‘Amor eterno’, por Verónica Klingenberger

“Ceopatra y Marco Antonio, el drama real de dos amantes que prefirieron la muerte a la tortura de tener que vivir el uno sin el otro”.

El amor romántico puede cambiarnos la vida. Puede darnos la fuerza necesaria para ser mejores humanos o sumergirnos en un dolor inmenso que no se paraliza y a cambio construye maravillosos monumentos en los que persista su memoria para siempre. En honor a él, y en uno de los días más odiosos del año, he decidido recordar los romances más intensos, dramáticos, pasionales y comprometidos de la historia. Nada de rosas y peluchitos por acá.

Cleopatra y Marco Antonio. Todos sabemos que Cleopatra fue la reina más hermosa y apasionada del antiguo Egipto. Pero, aunque el mito de su belleza persiste, distintos grabados indican que su atractivo más importante radicaba más bien en su poderosa personalidad. Cuando su amante, el general romano Julio César, fue asesinado, Cleopatra se casó en secreto con quien sería su gran amor, Marco Antonio. Su matrimonio cambió la historia para siempre. Pero los políticos romanos no vieron el romance con buenos ojos y un falso informe de la muerte de Cleopatra llevó a Marco Antonio a suicidarse dejándose caer sobre su propia espada. Cleopatra hizo lo mismo luego. Si pensabas que Shakespeare exageró con Romeo y Julieta, acá tienes el drama real de dos amantes que prefirieron la muerte a la tortura de tener que vivir el uno sin el otro.

Napoleón y Josefina. Sí, fue un matrimonio por conveniencia y Napoleón tenía entonces apenas 26 años. Sí, Josefina era mayor y provenía de una familia adinerada. Y sí, también es fácil adivinar los cuchicheos chismográficos que rodearon el inicio de una de las relaciones amorosas más genuinas de todos los tiempos. Pero los años pasaron y se encargaron de callar muchas bocas: el joven Napoleón se enamoró de su mujer y su amor fue correspondido. A pesar de que se sabe que ambos tuvieron otros romances, el amor y respeto que sintieron el uno por el otro fue real y perduró muchísimos años. Se separaron mucho tiempo después (se dice que porque Napoleón quería descendencia y Josefina no podía dársela). Sin embargo, ambos conservaron el amor y la pasión hacia el otro eternamente.

Shah Jahan y Mumtaz Mahal. Si el amor no mueve montañas, entonces al menos es capaz de movilizar a 20 mil trabajadores y mil elefantes para crear un monumento en su honor que hoy es una de las nuevas siete maravillas del mundo. En 1612, una adolescente llamada Arjumand Banu se casó con Shan Jahan, quien luego pasó a llamarse Mumtaz Mahal y se convirtió en emperador musulmán de la dinastía mogol. Ambos tuvieron 14 hijos y Arjumand se convirtió en la esposa favorita de Mumtaz. Cuando ella murió, en 1629, el dolido emperador mandó a construir un mausoleo tan grande como su dolor. Desde el Tíbet mandó traer turquesas y desde Afganistán el lapislázuli; los zafiros provenían de Ceilán y la carnelia de Arabia. En total se utilizaron 28 tipos de gemas y piedras semipreciosas para hacer las incrustaciones en el mármol. Mumtaz Mahal fue depuesto por su hijo y encarcelado. Pasó sus últimos días contemplando su obra a través del río Yamuna. Finalmente fue enterrado junto a su amada. Se calcula que la construcción del Taj Mahal costó aproximadamente unos 500 millones de dólares.

Eso. Para reflexionar antes del chape en el Parque del Amor.

POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger

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