Hernán Asto era un niño en la empobrecida zona de Ayacucho, en Perú, cuando su localidad sufría graves problemas de electricidad. Tenía que utilizar velas para iluminar sus casas y poder estudiar. Años después, se convertiría en ingeniero civil, creando un biocargador que genera luz y da carga a teléfonos inteligentes utilizando plantas.
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History Channel premió su proyecto en 2018, alcanzando el segundo lugar del concurso Una idea para cambiar la historia. Recibió 40 mil dólares para su empresa Alinti, productora de las macetas biocargadoras.
En una entrevista con TVPE Noticias, Asto contó cómo llegó al invento que le catapultó en Latinoamérica.
“Era triste (estar en la oscuridad). Era una costumbre, llegaba las 6:00 de la tarde y teníamos que alumbrarnos con velas y baldes de kerosene. Incluso se nos incendió un cuarto por este motivo. Saber que en la actualidad en el Perú hay más de 3 millones de personas en la misma situación es muy triste, muy trágico”, señaló Asto.
“Desde pequeño tuve esa curiosidad de hacer cosas, investigar. A los 11 años vi cómo mi hermana se quemó la mano al cocinar con leña. A razón de eso inventé una sacadora de ollas, que se adaptaba al tamaño de cualquier olla. Era una solución”.
Así creó Hernán Asto su biocargador con plantas Alinti
Analizando el proceso de fotosíntesis de las plantas, por el que con el agua y el dióxido de carbono al combinarse forman carbohidratos y se desprende oxígeno, Asto tuvo la idea de utilizar las plantas para cargar baterías.
“Gracias a los estudios en las plantas, conocí que por la fotosíntesis liberan sustancias orgánicas y estas, en contacto con microorganismos en el cielo, liberan electrones”, apuntó el inventor peruano.
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“Al hacer la fotosíntesis, producen electrones. Como se ha creado una nanotecnología que está adentro, a medida que va desarrollándose la planta se capturan los electrones, almacenándose en una batería. Es lo suficiente para encender un bombillo durante toda una noche”.
En la actualidad, la empresa está en fase de búsqueda de más accionistas, para aumentar la producción de los biocargadores, cada uno alcanzando hasta 15 amperios. El objetivo es que “la tecnología sea a bajo costo, siga siendo sostenible y accesible para todos, generando así un gran impacto social”.
