Para empezar cualquier cambio, antes que nada debes estar convencido al mil por ciento. La motivación es lo que nos impulsa al primer paso, pero el hábito permite el cambio.
‘La gente no decide su futuro, decide sus hábitos; y son sus hábitos los que deciden su futuro’, es una frase muy cierta. El hábito es una costumbre o un pensamiento que reproduces de manera casi automática. Para instalar un hábito, primero se pasa por una etapa de aprendizaje; dependiendo de cada uno puede ser más o menos larga.
Lograr cambios que perduren no es fácil, y menos rápido. Es más, demandan mucha concentración. Entonces, ¿cómo empezar a crear nuevos hábitos? Pues repitiendo lo mismo durante un periodo de tiempo. Pero como ello demanda tanto atención como conciencia, el secreto es hacer una cosa a la vez.
Cuando ya tengamos un objetivo -reincorporar la actividad física o el deporte a nuestra vida, por ejemplo- como siguiente paso tenemos que lograr que forme parte del subconsciente, volviéndose una acción rutinaria. Para ello, debes repetirlo por al menos cuatro semanas.
En el caso de la alimentación, en tan solo 21 días puedes cambiar tus hábitos de desayuno. Lo que no suele ser tan sencillo es la cena. ¿Por qué? Es que al final del día puede fallar la voluntad, debido al estrés o la carga emocional que afecta el poder de decisión. Así que empecemos por hábitos más fáciles. Enorgullezcámonos y recompensemos nuestros cambios, para luego ir por objetivos más complejos.
Para motivarte, te damos estos consejos:
• Cualquier cambio requiere de todo tu enfoque por cuatro semanas, tiempo totalmente realizable.
• Al principio, tu cuerpo y mente intentarán resistirse al cambio. Imponte a ellos con voluntad. • Fallar y aprender es parte del proceso; no te des por vencido.
• Cada día es una nueva oportunidad.
• Cree en ti y en el compromiso contigo mismo. Todo en tu vida debe ser una elección a conciencia y con aceptación personal; así el cambio será más fácil.
• Persevera, el cambio no convive con las excusas. Ellas son trampas de tu ego para impedirte cambiar.
• Recuerda que no siempre tendrás días buenos. No te juzgues, pues solo intentándolo una y otra vez lograrás lo que te propongas.
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