TOKIO (AP) — El político japonés que normalizó las relaciones con China hace 50 años temió por su vida cuando viajó a Beijing para entablar una osada misión diplomática en plena Guerra Fría, según su hija, quien es una ex ministra de relaciones exteriores de Japón.
El viaje de Kakuei Tanaka apenas dos meses después de asumir como primer ministro fue una arriesgada apuesta, de acuerdo con su hija Makiko Tanaka, quien habló en una entrevista con la Associated Press con motivo del 50mo aniversario de la misión de su padre.
El jueves se cumplen 50 años de la firma del histórico acuerdo entre Tanaka y su colega chino, Zhou Enlai.
Antes de viajar, Tanaka le dijo a su hija que renunciaría si su misión fallaba, relató Makiko Tanaka, quien sirvió como ministra de relaciones exteriores y en otros cargos entre 1993 y el 2012.
La oposición al viaje era tan grande en Japón, contó ella, que algunos elementos de los sectores más duros del oficialismo fueron a la casa del primer ministro el día previo a su partida para tratar de impedirle salir.
Tanaka le dijo a su hija que temía ser envenenado en China, que en 1972 estaba aislada del mundo.
Ese mismo año, el presidente estadounidense Richard Nixon había visitado China, en un viaje que abrió un nuevo capítulo, despejando el camino para que China y Estados Unidos entablasen relaciones diplomáticas en 1979. Estados Unidos, por otro lado, rompió relaciones formales con Taiwán, la isla con un gobierno propio que China considera suya.
Muchas cosas cambiaron entre Japón y China en el medio siglo que siguió al viaje de Tanaka. Ahora mantienen firmes relaciones comerciales y culturales. Japón le dio a China más de 26.000 millones de dólares en ayuda para el desarrollo a lo largo de los años y China es el principal socio comercial de los japoneses.
Las tensiones subyacentes que había hace 50 años, sin embargo, aun están vigentes.
China, un país relativamente atrasado por entonces, es hoy la segunda economía más grande del mundo y una creciente potencia militar. Abundan asimismo las tensiones entre Washington y Beijing, sobre todo por las acciones cada vez más firmas de China para afianzar su influencia en su región.
Japón considera a China una amenaza para su seguridad y ha estado reforzando sus fuerzas armadas en los últimos años. El gobierno actual del primer ministro japonés Fumio Kishida se comprometió a duplicar los gastos militares en los próximos años.
“La alianza de Japón con Estados Unidos es la piedra fundamental de nuestra diplomacia, pero no debemos aislar a China”, empujándola a acercarse a Rusia, declaró Makiko Tanaka.
China no olvida el apoyo de Japón después de la normalización de relaciones de 1972 y ofrece un enorme mercado para los productos japoneses, de acuerdo con Wang Jiaxun, presidente de la Asociación de Empresas Chinas en Japón, que agrupa a unas 150 firmas chinas.
Makiko Tanaka acompañó a su padre en muchos viajes al exterior, pero él se negó a llevarla a Beijing por temor a su seguridad.
En 1972 los temas que más complicaban las relaciones entre China y Japón eran la exigencia china de una disculpa por las agresiones japonesas durante la Segunda Guerra Mundial y diferencias en torno a Taiwán. Todavía hoy esos asuntos generan fricciones.
Kakuei Tanaka, no obstante, estaba decidido a hacer lo necesario para buscar un acercamiento con un país que consideraba una creciente potencia, de acuerdo con su hija.
Makiko cuenta que su padre decía que “no era bueno para Japón dejar el tema de China sin resolver”.
Su padre, afirmó, “estaba dispuesto a inclinar su cabeza y ofrecer disculpas a China (por las atrocidades cometidas durante la guerra) para entablar una relación beneficiosa para ambos países”.
Los temores de Tanaka resultaron infundados y fue muy bien recibido por China.
Tanaka sintió un gran alivio cuando Zhou se comprometió a retirar el pedido de compensaciones, lo que evitó la bancarrota de Japón, según su hija.
Makiko Tanaka dijo que, a cambio de ello, Japón se comprometió a romper relaciones con Taiwán.
Agregó que “la diplomacia depende de las personas, y de las relaciones personales que se desarrollen, que permitan hablar cuando sea necesario, pero rara vez los políticos hacen eso”.