MADRID (AP) — Los gritos de entusiasmo mezclado con miedo cuando los toros corren por las calles de muchas poblaciones españolas durante los popularísimos festivales taurinos retumban en agudo contraste con la cantidad de personas que han muerto corneadas este año.
Las corridas son un espectáculo apasionante para pobladores y visitantes en los miles de festivales de verano, pero la macabra estadística de ocho muertes y cientos de personas heridas ha puesto a esta tradición bajo la lupa, tanto de políticos como de defensores de los derechos de los animales.
No hubo muertos ni heridos en Atanzón, donde los juerguistas corrieron con los animales, a pie y a caballo. Pero la semana pasada en Alalpardo, a menos de una hora de distancia en auto, un hombre de 60 años murió corneado.
Una semana antes, una mujer francesa de 73 años aficionada a las fiestas murió por una cornada en el pecho en el pueblo de Beniarbeig. Seis hombres murieron en festivales en Valencia y más de 380 participantes resultaron heridos. La temporada continúa hasta noviembre.
A pesar de todo, las autoridades parecen desconcertadas, sin saber qué medidas de seguridad adicionales pueden tomar.
"La gente le ha perdido el miedo al toro”, dice el secretario autonómico de emergencias, José María Ángel. La recomendación principal después de una reunión de seguridad fue pedirle a los juerguistas que sean más cuidadosos.
La vicepresidenta del gobierno regional valenciano, Aitana Mas, ha iniciado un debate sobre si conviene prohibir las fiestas, ya que la legislación vigente es insuficiente.
Unas pocas aldeas han cancelado los festivales taurinos. Una de ellas es Tavernes de la Valldigna, que considera la medida como parte de su defensa de los derechos de los animales.
"Espero que nuestra decisión ayude a aumentar más el debate en la calle y acabe con esta tradición”, dijo el alcalde de Tavernes de la Valldigna, Sergi González, a The Associated Press, aunque reconoció que la tradición tiene profundas raíces culturales.
Si bien el centro del debate en España ha sido la pérdida de vidas humanas, los activistas exigen la prohibición total de los eventos en que los animales sirven de entretenimiento.
Se oponen en particular a los actos que consideran crueles, como el encendido de bolas de algodón en los cuernos de los mtoros o cuando se obliga al animal a entrar en el mar y luego se lo saca a la orilla.
En la fiesta valenciana llamada “Bous al carrer” (toros en las calles), se liberan toros o becerros a las calles, donde las multitudes tratan de provocarlos.
Alejandro Cano, presidente de una asociación de defensa del Bous al carrer, dijo a la AP que las muertes son solo “parte del festival”.