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El US Open muestra lo que realmente importa en el golf

El inglés Matthew Fitzpatrick celebra con el trofeo después de ganar el US Open, el domingo 19 de junio de 2022, en Brookline, Massachusetts. (AP Foto/Julio Cortez) AP (Julio Cortez/AP)

BROOKLINE, Massachusetts, EE.UU. (AP) — Una semana que comenzó con Phil Mickelson hablando sin decir nada sustancial acabó con un Matt Fitzpatrick sin palabras en su momento cumbre.

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En medio del conflicto que le ha estremecido, el Abierto de Estados Unidos le dio significado al golf.

“Sin palabras", dijo Fitzpatrick momentos después de un golpe que quedará en el recuerdo del torneo. Con el hierro 9, sacó la pelota desde el bunker en un fairway del hoyo 18 del campo de Brookline, dejándola a 18 pies de la bandera y así encaminarse a su victoria por un golpe.

“Creces soñando con esto", dijo el inglés. “Es algo en lo que había estado luchando por mucho tiempo. Mi primera victoria en Estados Unidos. Y nada mejor que lograrlo en un major”.

Desde luego que el domingo también se habló algo de dinero. Fitzpatrick ganó el U.S. Amateur en The Country Club en 2013, que le otorgó un trofeo dorado y la oportunidad de disputar tres majors. Este título, en cambio, le valió un cheque por 3,15 millones de dólares, la bolsa más jugosa en la historia del certamen.

Scottie Scheffler, campeón del Masters y número uno del mundo, finalizó segundo con Will Zalatoris y se llevó más de 1,5 millones de dólares. Esto le permitió a Scheffler imponer récord para una temporada de la PGA con casi 12,9 millones, superando fácilmente la marca que impuso Jordan Spieth en 2015. Y aún quedan dos meses completos en el calendario.

Charl Schwartzel ganó 4,75 millones hace una semana en la serie LIV Golf de Arabia Saudí. Fue en un torneo a 54 hoyos y sin corte, con 48 jugadores y sólo cuatro entre los primeros 50 del mundo.

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Nunca nadie confundirá ese torneo con la prueba más difícil del golf.

Fue hasta la primera ronda del U.S. Open que se desvió la atención del lucrativo proyecto de Greg Norman y se centró en el máximo nivel de competencia. Y la espera valió la pena. Este U.S. Open cumplió en todo sentido.

The Country Club, que albergó su cuarto U.S. Open y su primero desde 1988, fue la prueba ideal para identificar al mejor jugador de la semana. Los par 4 tuvieron la longitud suficiente, un par 3 que ajustado a la elevación fue de menos de 100 yardas y greenes en donde sólo se podía tener éxito con los mejores tiros.

Fue el cuarto año consecutivo en que el campeón del U.S. Open sumó su primer major, aunque difícilmente se le puede considerar a Fitzpatrick una sorpresa. Conocía Brookline mejor que nadie luego de superar seis matches para coronarse en el U.S. Open, y fue la cuarta vez que se ubicó entre los 10 mejores en sus últimos cinco torneos. Salió en el grupo final por segundo major en fila.

Entre los contendientes estaban cuatro de los primeros siete del ranking mundial. Además, entre los 10 primeros lugares, hubo tres que tuvieron que jugar una clasificación a 36 hoyos para obtener su lugar en el torneo. Uno de ellos fue Denny McCarthy, quien apenas pasó el corte y con un fin de semana de 68-68 finalizó en un empate en la séptima posición.

Y todo esto sucedió una semana después de que Rory McIlroy ganó el Abierto de Canadá, el cuarto abierto nacional de mayor antigüedad, en un tenso duelo con Justin Thomas.

LIV Golf y su lema de ser una “fuerza para el bien” regresará. La única cosa que se agitó más que el viento del fin de semana fueron los rumores sobre cuáles serán los próximos jugadores que intentarán cobrar en grande.

Sólo cuatro de los 17 jugadores que participaron en el primer evento de la gira LIV pasaron el corte en el U.S. Open. El mejor ubicado fue Dustin Johnson, quien firmó birdies en dos de sus últimos tres hoyos para empatar en la 24ta posición.

¿Y Mickelson? Ni siquiera llegó a jugar en el fin de semana. Que no se preocupe. Su próximo torneo en la Superliga saudí no tendrá corte, salvo mucho dinero y exigua relevancia.

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