ROMA (AP) — El papa Francisco dio otro paso el miércoles para controlar a los nuevos grupos religiosos en la Iglesia católica, luego de que su proliferación no regulada en décadas recientes llevó a abusos de gobernanza que permitieron que se desenfrenaran conductas inapropiadas en lo espiritual y lo sexual.
Francisco emitió un decreto que requiere la aprobación previa del Vaticano antes de que los obispos creen asociaciones nuevas de fieles, a menudo el primer paso hacia la creación de una sociedad apostólica o un instituto de vida consagrada.
El decreto sigue a uno similar emitido en 2020 que requirió la aprobación previa del Vaticano para órdenes religiosas a nivel de diócesis, lo que indica que la Santa Sede está ahora arreciando sus medidas para regular mejor los orígenes de esas nuevas formas de vida religiosa y despojar a los obispos locales de las decisiones sobre ellas.
Francisco ha dado una serie de pasos disciplinarios y regulatorios en años recientes luego de que algunos fundadores y líderes de órdenes religiosas e institutos laicos nuevos resaltaron ser fraudes religiosos que abusaron sexual y espiritualmente de sus miembros.
Algunos grupos han sido suprimidos, el control de otros ha sido asumido temporalmente por el Vaticano para reformarlos y todos han quedado bajo una mayor supervisión de la Santa Sede.
En 2021, el Vaticano impuso límites de términos a los líderes de movimientos laicos, que proliferaron luego del Concilio Vaticano II en la década de 1960 como una nueva manera para que los católicos se involucraran en la Iglesia, aparte de la vida típica de parroquia. El Vaticano dijo que los límites eran necesarios para prevenir un culto a la personalidad alrededor de líderes carismáticos.
Un grupo laico afectado por la nueva reforma fue Comunión y Liberación, un grupo influyente en Italia que tiene una rama consagrada con unos pocos miembros que ayudan a administrar la casa del papa emérito Benedicto XVI.
El año pasado, los límites de términos forzaron la salida del jefe español de Comunión y Liberación, el padre Julián Carrón, que había estado a cargo desde 2005.
Apenas esta semana, el jefe de la oficina de laicidad del Vaticano, el cardenal Kevin Farrell, le escribió al sucesor de Carrón para quejarse de que éste y sus seguidores seguían ejerciendo influencia en contra de las reformas del Vaticano.