Las pruebas para detector el COVID-19 han mermado pronunciadamente en todo el mundo y esto hace que a los científicos les cueste más seguir el paso de la pandemia y detectar nuevas mutaciones.
Expertos dicen que las pruebas bajaron de un 70% a un 90% a nivel mundial entre el primer y el segundo trimestres del año. Indican que debería estar sucediendo todo lo contrario por el aumento de los contagios de variantes como el ómicron en Estados Unidos y Sudáfrica.
“No estamos haciendo ni por asomo la cantidad de pruebas que deberíamos estar haciendo”, declaró el doctor Krishna Udayakumar, quien dirige el Centro Mundial de Innovaciones en la Salud de la Universidad de Duke. “Necesitamos estar en condiciones de hacer más pruebas al ver la aparición de nuevas olas (de contagios) para saber lo que está pasando” y responder como corresponde.
En Estados Unidos, por ejemplo, se registra un promedio de 73.633 casos diarios, un 40% más que hace dos semanas, según datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins.
Pero esa cuenta está muy por debajo de la real debido a que no se hacen suficientes pruebas y muchas tienen lugar en las casas y no son reportadas. Expertos de la Universidad de Washington, en Seattle, calculan que solo el 13% de los casos son reportados a las autoridades sanitarias. Esto implicaría que habría medio millón de infectados por día.
La caída en la cantidad de pruebas es un fenómeno mundial, pero especialmente alta en las naciones en desarrollo, según Udayakumar. La cantidad de pruebas por cada 1.000 habitantes en países de altos ingresos es 96 veces más alta que en las naciones de bajos ingresos, de acuerdo con la organización sin fines de lucro FIND, de Ginebra.
¿A qué responde esta baja en las pruebas? Los expertos hablan de una fatiga con el COVID, una disminución de los contagios tras la primera ola del ómicron y la sensación de los sectores más pobres de que no tiene sentido hacerse la prueba si no tienen acceso a medicinas antivirales.
En una reciente sesión informativa de la Organización Mundial de la Salud, el CEO de FIND Bill Rodríguez dijo que las pruebas son “la primera víctima de la decisión mundial de bajar la guardia” y advirtió que “no estamos viendo lo que pasa con el virus”.
Las pruebas, la secuencia genómica y un estudio profundo de los brotes pueden dar paso al hallazgo de nuevas variantes. Las autoridades sanitarias del estado de Nueva York encontraron una variante supercontagiosa, la BA.2.12.1, al investigar promedios más altos en el centro del estado.
De cara al futuro, “no vamos a poder detectar el surgimiento de nuevas variantes como lo hicimos en el pasado”, afirmó Rodríguez en declaraciones a la Associated Press.
A los expertos les preocupa el pronunciado bajón en las pruebas después de la primera aparición del ómicron, los bajos niveles de pruebas a nivel mundial y la imposibilidad de rastrear los casos de forma confiable. Si bien las pruebas en la casa son convenientes, solo las pruebas de laboratorio sirven para detectar variantes.
Las pruebas en la casa, por otro lado, son casi invisibles pues nadie las reporta.
Mara Aspinall, directora ejecutiva de una consultora de Arizona que estudia las tendencias en relación con las pruebas de COVID-19, dijo que actualmente hay cuatro pruebas en la casa por cada análisis de PCR, “y no recibimos prácticamente información de las pruebas en la casa”.
Reva Seville, de 36 años, de Los Ángeles, se hizo una prueba en su casa esta semana al sentir algunos síntomas, como dolor de garganta, tos y congestión. La prueba dio positivo, por lo que se hizo otras dos pruebas, para estar segura. Pero como los síntomas eran livianos, no fue a ver a un médico ni informó acerca del positivo.
El doctor Udayakumar dijo que es importante que aumenten las pruebas en los países de bajos ingresos. Sostuvo que la demanda de pruebas aumentaría si se mejora el acceso a los antivirales.
George Benjamin, director ejecutivo de la American Public Health Association, dijo que llegará un momento en el que se suspenden las pruebas generalizadas de COVID-19, pero que esa hora no ha llegado.
Con una pandemia que no cede y un virus todavía impredecible, “es inaceptable no preocuparse por la salud individual”, expresó. “Hay que preocuparse por la población”.
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Bobby Caina Calvan (Nueva York) y Carla K. Johnson (Seattle) colaboraron en este despacho.
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