LAS VEGAS, Nuevo México, EE.UU. (AP) — Los fuertes vientos complicaron el domingo las labores de los bomberos en el noreste de Nuevo México mientras combatían dos grandes incendios, aunque el mayor centro urbano de la zona rural finalmente parece estar fuera de peligro.
“Ha sido un día complicado. Los vientos arreciaron y no han cesado”, dijo el portavoz del Departamento de Bomberos, Todd Abel.
El pueblo más grande de la zona rural, Las Vegas, Nuevo México, de 13.000 habitantes, se ubica en el extremo oriental de la zona del incendio y parecía estar fuera de peligro por ahora gracias a las líneas cortafuegos cavadas con bulldozers y otros preparativos que se llevaron a cabo durante la semana. Pero los extremos al norte y sur de la conflagración siguen siendo difíciles de contener, en particular debido a los vientos de hasta 80 km/h (50 mph), declaró Abel.
El perímetro del incendio extendía por más de 96 kilómetros (60 millas), desde Las Vegas, Nuevo México, en el extremo sureste hasta cerca de Holbrook, a unos 80 kilómetros (50 millas) en el sur de la línea del Colorado. El Centro Nacional Interdepartamental de Bomberos declaró el domingo que más de 200.000 estructuras siguen estando amenazadas por el incendio, el cual ha destruido más de 300 residencias en las últimas dos semanas. La dependencia dijo que no se anticipa que se contenga el incendio en su totalidad hasta finales de julio.
Se tiene previsto que los fuertes vientos continúen incesantemente durante la noche del domingo y al menos hasta el lunes. Estas ráfagas tan intensas son consideradas la peor pesadilla de los bomberos, en especial en condiciones tan áridas como las que han estado enfrentando las cuadrillas en el suroeste desde principios de abril.
Además de avivar y propagar las llamas, estos vientos mantienen en tierra a las aeronaves cisterna y los aviones ligeros que vierten agua directamente sobre las llamas o dejan caer retardante en el sendero del incendio para permitir a los bulldozers y las cuadrillas excavar cortafuegos en los lugares en donde no hay caminos o carreteras que puedan ayudar a detener la progresión de las llamas.