La muerte lenta del jai alai. ¿Se la puede frenar?

MIAMI (AP) — El deporte en el que una pelota alcanza su mayor velocidad sufre una muerte lenta.

Y un grupo de fanáticos hace todo lo que está a su alcance para salvar el jai alai, una actividad derivada de la pelota vasca que causó furor en Miami en las décadas de 1970 y 1980.

En el Casino Magic City se desarrolla en estos momentos lo que podría ser la última competencia a nivel profesional de este deporte. Ya no aparecen celebridades de la talla de Paul Newman y John Travolta, que con frecuencia disfrutaban el espectáculo desde tribunas llenas de personas sudorosas fumando puros para ver a los mejores jugadores del mundo pegarle a una pelota de cuero de cabra en un frontón de tres paredes. Las pelotas alcanzan velocidades de 210 kilómetros por hora (130 millas por hora).

Unas pocas decenas de familias de apasionados del deporte asistieron recientemente a una función. En esta era del YouTube y de apuestas online, ya no hay apuestas en vivo, que fueron lo que le dieron impulso al deporte. Y los mejores jugadores de jai alai, procedentes de España y Francia, se retiraron y no cruzan el Atlántico para competir en Miami, blandiendo canastos curvos con los que atrapan la pelota y la disparan a enormes velocidades. A los jugadores de la Florida les cuesta llenar ese vacío.

Los cultores del deporte, no obstante, creen que pueden salvarlo.

“Confiamos en que tiene futuro”, expresó Scott Savin, jefe de operaciones del Magic City. “Al menos hay un presente y podemos tratar de salvarlo”.

La suerte del deporte depende de 28 jugadores del Magic City. Siete de ellos, de España, Francia y las Filipinas, fueron contratados después de que el frontón del Casino Dania Beach dejó de funcionar el año pasado tras siete décadas de ofrecer funciones.

Uno de los jugadores venidos de afuera, Iñaki Goitiandia, se inició en el deporte a los diez años. El jai alai era el pasatiempo preferido en su pueblo, Markina-Xemin, en el norte de España.

De adultos, él y su hermano Julen siguieron los pasos de su padre y su abuelo y se fueron a Miami, que por décadas atrajo a los mejores talentos del deporte.

“Es el único sitio donde te puedes ganar la vida jugando jai alai”, dijo Goitiandia, secándose la frente tras ganar una agotadora competencia de dobles.

Los otros jugadores son gente de otros deportes que aprendieron a jugar jai alai de adultos y que todavía están descubriendo sus secretos.

Tanard Davis, jugador de fútbol americano de la Universidad de Miami contratado por los Colts de Indianápolis, dijo que no llegó lejos en la NFL y que se radicó en Atlanta para trabajar con la policía. En el 2018 fue uno de varios exjugadores del equipo de fútbol americano de la Universidad de Miami que decidieron responder al llamado de la familia Havenick, que dona dinero al programa de la universidad, en busca de voluntarios para el Magic City, de su propiedad.

Davis se siente agradecido de la oportunidad de poder ponerse un uniforme y competir.

“Es como si fueses un jugador de básquetbol de la secundaria que enfrenta a Lebron James”, expresó Davis, quien a los 39 años es uno de los jugadores de mayor edad, pero también de mejor preparación física. “No tengo mucho futuro a largo plazo, pero voy a dar todo lo que pueda”.

Para tratar de hacer más atractivo el deporte, Magic City achicó el frontón tradicional casi 18 metros (60 pies) e hizo a un lado las pelotas de cuero de cabra, reemplazándolas con una que rebota en muros de plexiglass, no de granito. También está experimentando con las reglas, creando competencias que se parecen más a los partidos individuales de tenis.

El objetivo es atraer apostadores más jóvenes, que apuestan a través de la internet. Las plataformas de apuestas gratis, con publicidad, hacen que los partidos lleguen a una audiencia potencial de 115 millones de hogares. Magic City se asoció con la Plataforma BetRivers para aceptar apuestas en siete estados.

¿Quiere su propia franquicia deportiva? Patrocinar un equipo con un nombre atractivo, como Wall Warriors (Los Guerreros del Frontón) o Cesta Cyclones, cuesta 100.000 dólares, una bagatela, según Savin, para un deporte con un público propio. “Es un proceso. Gateas, luego caminas y finalmente corres. Creo que ya pasamos la etapa del gateo”, dijo Savin.

El primer frontón de jai alai de Estados Unidos fue construido en San Luis, para la Feria Mundial de 1904. En su momento de mayor esplendor, se jugó en varios estados. Pero su popularidad siempre fue más alta en la Florida, donde las apuestas mutuas, o de totalizador, a los caballos, los galgos y el jai alai son legales desde los años 30, sobre todo en Miami.

El deporte empezó a venirse a menos en los años 80, cuando se autorizó la lotería en la Florida. Luego hubo una huelga de jugadores que duró más de dos años. Y para completarla, surgió la competencia de reservas indígenas protegidas por el gobierno federal.

El año pasado se dictó lo que pareció su sentencia de muerte cuando el gobernador Ron DeSantis dio a la tribu seminole, que administra los casinos más grandes del estado, un monopolio sobre las apuestas deportivas online. Para que no haya aventajas, ya no se requiere a los casinos que usen el costoso método de apuestas mutuas a cambio de que se les permita contar con máquinas tragamonedas y jugar al póker.

Benny Bueno, ex jugador de jai alai que maneja a los jugadores en el Dania Beach, atribuye la declinación del deporte al anticuado sistema de apuestas.

Espera que el jai alai recupere su popularidad a partir de un sistema más sencillo, aunque tal vez menos lucrativo. Menos de un año después de montar su último partido oficial, el Dania Beach realizará el mes que viene un torneo de exhibición de diez días, que espera dé paso a una temporada completa a tiempo para el festejo del 70mo aniversario, que se cumple en diciembre.

Bueno dijo que las muestras de pesar de la gente por la desaparición del jai alai empujó a los dueños del casino a tratar de salvar el deporte.

Un hijo de bueno, Chris, jugó al béisbol y al básquetbol de niño, y probó el jai alai recién a los 27 años, cuando trabajaba como supervisor en UPS.

“Mi padre siempre dice que a todo el mundo le gusta el jai alai, solo que todavía no lo sabe”, expresó el joven.

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Goodman está en Twitter: @APJoshGoodman.

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