Indígenas canadienses se reúnen con el papa, buscan disculpa

CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Líderes indígenas canadienses y sobrevivientes de las conocidas escuelas residenciales en el país se reunían el lunes con el papa Francisco con la esperanza de recibir una disculpa papal por los abusos cometidos en su contra por trabajadores de las escuelas y sacerdotes católicos.

Las reuniones, aplazadas desde diciembre debido a la pandemia, forman parte de los esfuerzos de la Iglesia y el gobierno de Canadá para responder a las exigencias indígenas de justicia y reparación, dos antiguas demandas que ganaron fuerza el año pasado tras el descubrimiento de cientos de tumbas sin marcar ante algunas de las escuelas.

En entrevistas con The Associated Press a su llegada a Roma el domingo, líderes indígenas expresaron su esperanza de que Francisco se disculpara, aunque dijeron que su objetivo principal esta semana era trasladar al papa las historias de su pueblo y los abusos sufridos, y que Francisco escuchara.

“La mayor parte de nuestra reunión va a ser impulsar las voces de nuestros sobrevivientes”, dijo Cassidy Caron, presidente del Consejo Nacional Métis, que recibió una chaqueta tradicional con cuentas para llevar el lunes en la primera reunión, así como un par de mocasines rojos con cuentas para entregar al papa.

Los mocasines se entregan “como gesto de la voluntad del pueblo métis a perdonar si hay una disculpa significativa de la Iglesia”, explicó el grupo en una nota. El tinte rojo “representa que aunque el papa Francisco no lleva los zapatos rojos tradicionales de papa, camina con el legado de los que vinieron antes de él: lo bueno, lo grande y lo terrible”.

Francisco ha reservado varias horas esta semana para reunirse en privado con las delegaciones de las Primeras Naciones, Métis e Inuit, con un asesor de salud mental presente en cada sesión. Los delegados se reunirán después el viernes como grupo para una audiencia más formal, en la que Francisco ofrecerá un discurso.

Más de 150.000 niños nativos fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el gobierno, desde el siglo XIX y hasta la década de 1970 en un esfuerzo de aislarlos de la influencia de sus hogares y cultura, convertirlos al cristianismo y asimilarlos en la sociedad general, que gobiernos anteriores consideraban superior.

El gobierno canadiense ha admitido que los abusos físicos y sexuales eran rampantes, y que se golpeaba a los alumnos por hablar sus lenguas nativas. Esa herencia de abusos y aislamiento ha sido mencionada por líderes indígenas como una causa crucial para las tasas epidémicas de drogadicción y alcoholismo en las reservas.

Casi tres cuartos de las 130 escuelas residenciales estaban gestionadas por congregaciones misioneras católicas.

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