Cuba superó el lunes el millón de contagiados con el coronavirus desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, en medio de un rebrote con la presencia de la variante ómicron.
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El director nacional de Epidemiología, Francisco Durán, indicó en su balance semanal que en la víspera se confirmaron 3 mil 306 nuevos casos, con lo que el acumulado ya llegó a un millón 2 mil 499 pacientes diagnosticados. Unos 8 mil 341 han muerto por la enfermedad en la isla, agregó.
La situación es “compleja”, admitió Durán, quien estimó que entre las localidades más afectadas están Camagüey, Ciego de Ávila, Pinar del Río y la Isla de la Juventud, aunque ya todos los municipios de la nación caribeña reportaron casos.
Cuba reabrió su economía paulatinamente y sus vuelos comerciales en noviembre, al tiempo que comenzaba a propagarse por el mundo la variante ómicron. En las últimas semanas el crecimiento de los contagios fue dramático, si se considera que a comienzos de diciembre se reportaban sólo un centenar de casos diarios.
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Durán manifestó que como en otros lugares del mundo ómicron se comporta en la isla como más contagiosa, pero con una letalidad menor gracias al programa de vacunación. Según señaló casi el 90% de la población –incluyendo a los niños a partir de los dos años– tiene un esquema de inmunización completa y desde que comenzó la aplicación de la dosis de refuerzo el 35% de los ciudadanos se la ha colocado.
Cuba es la única nación latinoamericana que cuenta con tres antígenos creados y producidos por su propia industria biofarmacéutica: Soberana 02, Soberana Plus y Abdala, que están en proceso de aval por parte de la Organización Mundial de la Salud, aunque ya cuentan con autorizaciones de emergencia en países como México, Venezuela, Nicaragua o Vietnam.
La semana pasada, Cuba reforzó sus controles sanitarios en los aeropuertos, obligando a los pasajeros a realizar cuarentenas institucionales obligatorias si vienen de países con alta transmisión de ómicron, al tiempo que reforzaron las pesquisas casa por casa. Además, se estableció como protocolo que las personas sospechosas deben ser aisladas en sus hogares –antes se los trasladaba a lugares especiales– y se ingresará en el sistema hospitalario sólo a los casos graves o vulnerables.
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