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’Puentes de los Suspiros’, por Jorge Sánchez Herrera

“Los puentes, y cualquier obra de infraestructura, deben resolver problemas de la manera más inteligente y eficiente posible, utilizando los conocimientos y la tecnología de su tiempo”.

Jorge Sánchez Herrera – Nómena Arquitectura – Arquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com

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Creo que debe haber pocos espacios públicos en el mundo como el Malecón de Miraflores. ¿Dónde más podrías encontrar un parque lineal de cinco kilómetros de largo que ‘balconea’ 50 metros por encima del Océano Pacífico?

Fui muy crítico cuando Jorge Muñoz -entonces alcalde de Miraflores– presentó el proyecto del Puente Mellizo como ‘la obra más importante del distrito en 50 años’. Entonces me parecía increíble que siendo el malecón uno de los espacios públicos más y mejor utilizados de la ciudad, se decidiera resolver el embudo de circulación sobre la Bajada Balta en favor de los autos y no de los miles que lo utilizan para caminar, correr o bicicletear diariamente.

Entonces predije que el embotellamiento vehicular persistiría. También que harían muy peligroso y difícil el cruce peatonal hacia el malecón y que, a pesar de haber hecho pases debajo de los puentes, mucha gente seguiría cruzando por las distancias más cortas (lo cual resulta lo más natural y justo).

Por eso, que el actual alcalde de Miraflores pretenda hacer un puente peatonal que facilite la continuidad de la circulación a pie hacia Barranco no me suena mal, pues el problema existe. Pero pretender que el puente se convierta en un punto turístico en sí mismo, es un despropósito.

Los puentes, y cualquier obra de infraestructura, deben resolver problemas de la manera más inteligente y eficiente posible, utilizando los conocimientos y la tecnología de su tiempo. Y es en esta conjunción de soluciones que los puentes encuentran su belleza y, eventualmente, podrían alcanzar suficiente trascendencia para también convertirse en atractivos turísticos.

¿Alguien se imagina al promotor del Golden Gate diciendo lo siguiente?: ‘Queremos crear un nuevo punto turístico en la costa de San Francisco. Así, cuando vengan a California, los turistas querrán visitar el puente, por eso mis técnicos empezaron a trabajar en darle un plus’. ¡Claro que no!

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Había que resolver el cruce de autos, personas y barcos; calcular las cargas, las mareas, los sismos y los vientos; y también utilizarlo para que puedan cruzar cables de servicios. Es por haber usado las mentes más brillantes de la época en resolver estos problemas que hoy, además de cumplir su función, mucha gente quiere tomarse una foto con el Golden Gate de fondo.

Pensar que a la ya complejísima tarea de conjugar estas variables hay que añadirle un ‘plus’ o un sello personal -y que eso es lo más importante- es el típico problema de nuestras autoridades. Y en un país con un enorme déficit de infraestructura como el nuestro, ese es un problema muy serio. Además, pensar que a un turista hay que embutirle con cuchara fotos de Machu Picchu, Nasca o la Amazonía, justo mientras está en Lima grabando en su retina una de las vistas más memorables de su vida, revela otro tipo de problemas de los que prefiero ya no opinar.

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