Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com
Conozco pocos lugares en Lima con la cantidad de playas de estacionamiento que se encuentran en el Centro Histórico. Y a pesar de seguir siendo el centro geográfico de la ciudad, conozco pocos lugares donde estacionarse sea más barato. Por eso me parece una buena noticia lo anunciado por el alcalde Jorge Muñoz sobre la idea de promover la construcción de estacionamientos subterráneos, siempre y cuando también se contemple la desaparición de las playas en superficie y sean en lugares estratégicos en la periferia del Damero.
El permiso de tener de playas de estacionamiento en superficie en el Centro es un serio problema. Primero, porque al resultar un mejor negocio que preservar una edificación monumental, algunos prefieren dejar (o hacer) caer una casona para luego convertirla en una playa. Segundo, porque al ser tantas y tan baratas, resulta un incentivo para poder ingresar al Centro en auto. Y tercero, porque la informalidad en la que muchas de ellas operan es un peligro inminente ante cualquier problema de seguridad.
El atractivo físico del Centro Histórico de Lima radica en el equilibrio armónico entre sus edificios y plazas o plazuelas. Por tanto, además de velar por la utilización y reutilización de sus edificios para que el Centro se mantenga vivo de actividad, lo que debería promoverse es la construcción de arquitectura contemporánea de primer nivel allí donde hay predios sin construir, en lugar de permitir o promover que sigan multiplicándose los vacíos urbanos.
La idea de estacionamientos subterráneos debería ser parte de una estrategia mayor que vaya de la mano de otras acciones como la ya anunciada Zona 30, que limita a 30 km/h la velocidad máxima para circular dentro del Centro, la paulatina reducción del ancho de vías vehiculares para permitir ciclovías o ensanchar veredas, la eventual peatonalización de algunas de sus calles, o el cobro a quienes decidan ingresar al Centro (que funciona como un peaje y se conoce como cobro por congestión), que ya se aplica en el centro de Londres y se planea instaurar en el centro de Manhattan.
La visión de un Centro de Lima donde el peatón vuelva a ser el protagonista y el auto ingrese solo cuando es verdaderamente necesario bien ameritan el esfuerzo.
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