Cúcuta. La llegada de ayuda humanitaria para los venezolanos anunciada por el jefe del Parlamento y autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, es esperada con ansiedad por quienes a diario transitan por el puente internacional Simón Bolívar, un hervidero de gente en la frontera común.
Por este puente, que une a Cúcuta con San Antonio del Táchira (Venezuela) y cerrado al paso de vehículos desde 2015 por orden del Gobierno de Nicolás Maduro, circulan cada día unos 35.000 venezolanos que van y vienen buscando lo mínimo para sobrevivir.
Y con el anuncio de Guaidó de que Cúcuta será uno de los tres puntos de acopio de la asistencia humanitaria las expectativas crecen entre la masa de transeúntes y también entre quienes pasan por el otro puente internacional, el General Francisco de Paula Santander, que comunica a esta ciudad con la venezolana Ureña.
Uno de ellos es Luis Carrero, un profesor de 47 años que cruza la frontera semanalmente para comprar medicamentos para su madre que sufre de cáncer y que ahora ve con esperanza la ayuda humanitaria anunciada el sábado por Guaidó.
“Mi madre está padeciendo un cáncer de mama y lamentablemente en nuestro país es inexistente el medicamento”, explicó a Efe Carrero.
Esa realidad es visible en el puente Simón Bolívar, donde vendedores callejeros ofrecen a quienes regresan a **Venezuela **medicamentos básicos para el dolor, la tensión arterial o el malestar estomacal, como Ibuprofeno, Omeprazol o Losartán, e incluso promociones de 30 pastillas de Acetaminofén por 2.000 pesos (unos 65 centavos de dólar).
El profesor asegura que Maduro “intenta mostrarse” más fuerte de lo que está cuando advierte que no dejará entrar la ayuda humanitaria con el argumento de que en Venezuela no son “mendigos de nadie”.
“Yo le quiero indicar al gobierno de Nicolás Maduro y a las fuerzas militares que todavía lo acompañan que en cualquier oportunidad que se decida la entrada (de la ayuda humanitaria), que va ser pronto, porque nuestro presidente Juan Guaidó lo determinó, va ser el pueblo venezolano que le va pasar por encima, no va ser ninguna fuerza aliada”, afirma.
Carrero añade esperanzado “que en el momento que ya se diga la entrada de la ayuda humanitaria es el pueblo venezolano el que va a custodiar, va a acompañar y va a hacer que la distribución de esa ayuda humanitaria llegue efectiva a su lugar”.
La misma ilusión tiene Emberly Alexandra Quiroz, de 25 años, quien no oculta a Efe su decepción y hartazgo con el gobierno de Nicolás Maduro.
“Todavía no he visto las ayudas, pero cuando las vea, bien (…) Me gustaría que eso llegara a Venezuela, para que se compusiera (el país) y sacaran a Maduro, que no lo aguantamos ya. De verdad, de todo corazón, me duele mi país como está, mi país era un oro, pero ahora no es nada por culpa de Maduro”, manifiesta.
Estos venezolanos no solo vienen a **Cúcuta** para llenar bolsas con comida, medicamentos y artículos de higiene, entre otros productos; también hay los que buscan conseguir un trabajo, en cualquier cosa, que les permita ganar algo de dinero, un puñado de pesos colombianos que en su país, convertidos a bolívares, son una pequeña fortuna para mantener a sus familias.
Muchos de ellos vienen con un objetivo de más largo plazo, atravesar Colombia a pie y seguir de largo hacia un tercer país de la región, para lo cual no les importa dormir a la intemperie cuando no encuentran un techo bajo el cual descansar, aunque reconocen que los colombianos han sido solidarios con sus necesidades y no solo les tratan bien, sino que en muchísimos casos les regalan comida.
“Nos han tratado súper bien, no nos podemos quejar de Colombia, lo que sí le pedimos a Maduro es que se vaya, que se vaya, que ya no lo soportamos”, añade Quiroz.
La mujer dice que nunca votó por Nicolás Maduro, pero admite que en tiempos del fallecido presidente Hugo Chávez la situación era otra.
“Toda mi familia lleva pasando hambre, una cosa que en Venezuela, estando Chavez, no era así. Lo que pedimos nosotros los venezolanos, es que se vaya (Maduro)”, insiste.
El anuncio de Guaidó de una “coalición mundial por la ayuda humanitaria y la libertad en Venezuela” hace resurgir en muchos la esperanza de un verdadero cambio de rumbo del país.
Es el caso de Belky Lizcano, una maestra de 61 años que viene a Cúcuta desde la venezolana San Cristóbal (Táchira) para comprar pañales y leche para su sobrino.
“Dios quiera que puedan entrar a **Venezuela **con esas ayudas”, dice Lizcano a Efe, y recalca contradiciendo a Maduro: “Sí necesitamos ayuda humanitaria en **Venezuela **y es urgente”.
La esperanza se mezcla con la impaciencia en algunos venezolanos que no ven la hora de que las más de 60 toneladas de ayuda humanitaria reunidas principalmente por Estados Unidos con la colaboración de Colombia, salgan de Cúcuta y atraviesen alguno de los puentes para llevar un alivio a un país desesperado.
Fuente: EFE