Lujo Silencioso: un reflejo de los tiempos actuales más allá del auge de ‘Succession’

Este domingo se acaba una de las mejores series de los últimos tiempos. Analizamos su impacto en la moda más allá del fenómeno de la serie.

‘Succession’ ha sido un fenómeno no sólo cultural y mediático: más allá de mostrarnos, en una época donde la aversión hacia los ricos es clara, sus miserias y grandezas, nos ha revelado su estilo de vida a través de una escritura brillante.

Pero, si hablamos en términos de vestuario, así como en la serie, hay ironías que traslucen su trasfondo shakesperiano: en medio de la época de su generación más ‘consciente’, aquella que en todas las calles del mundo grita, ‘Eat The Rich’, (cómanse a los ricos), los torturados, pero discretos y poderosos Roy son la punta de lanza de una tendencia en redes sociales que ha romantizado las estéticas de quienes han tenido el poder en los últimos 50 años.

Ya desde que la serie salió en 2019 se hablaba de lujo silencioso, pero ha alcanzado tal auge, que cuentas de Instagram como ‘Succession Fashion’ (@successionfashion ) tengan 148 mil seguidores y recreen con detalle las marcas y atuendos de sus protagonistas.

Marcas que van desde Tom Ford, hasta Loro Piama, entre otras que usa ese 1% que siempre ha buscado, desde el auge de la burguesía, diferenciarse de quienes aspiran a ser como ellos.

Esa ha sido la dinámica de la moda en sus comienzos, aspiracional. Y quizás la chaqueta de plumas de un torturado Kendall, los suits poderosos de una luchadora Shiv, o todo lo que reflejan los personajes también se ve interpretado por esta nueva generación como una respuesta a esa atosigante logomanía que dominó el panorama del lujo por años.

De hecho, en TikTok el término tiene 106 millones de visualizaciones y que más allá del programa, Sofia Richie en su boda o Kendall Jenner e incluso la misma Gwyneth Paltrow en su juicio rocambolesco hayan generado tendencia por sus atuendos en los últimos meses debido a su minimalismo, no es una casualidad. Obedece más a un sentir económico que se reflejan en la incertidumbre de post pandemia.

Así se lo explica a NUEVA MUJER COLOMBIA la experta en futuros y macrotendencias de WGSN, la agencia de coolhunting más grande del mundo, Mariale Pascua: “Buscamos esto en el ‘Recession Core’. Una reacción a la ropa pos pandémica, dopamínica (de colores brillantes). Muchas personas salieron enloquecidas a comprarlas, pero luego no las usaron. Así que se evalúa el costo de las cosas. Ahora bien, el aumento del costo de vida nos vuelve a traer esta tendencia que ya se veía en 2008, el ‘normcore’, originado en esta gran recesión mundial. Esta buscaba rechazar esa extravagancia debido a esto, y las personas de mayores ingresos eran más discretas. Y empezamos a ver esta sutileza a nivel estético”, añade.

“Ahora bien, si hablamos de ‘Old Money’ (la estética prístina de las clases altas del este estadounidense, tipo familia Kennedy y bastante gustada también en redes sociales como TikTok e Instagram) hay códigos que aún se escapan, precisamente, para aquellos quienes reproducen esta estética, pero que hablan de este grupo social en particular: el mismo Kieran Culkin (Roman Roy) decía en una entrevista que había aprendido que ellos nunca usan abrigos, por lo que van de un auto a un lugar y sucesivamente. Y reparen también en los vestidos de la coronación del rey Carlos III. Es igual, y hablamos de un grupo que se somete a un análisis público todos los días”, explica.

Ya Bruno Remaury, sociólogo francés del vestido, hablaba en su clásico ensayo ‘Lujo e identidad cultural norteamericana’ cómo las clases altas igual se diferenciarían de sus imitadores con otros códigos en un contínuo escape hacia esa ‘democratización’. 

Por eso, marcas más allá de la de siempre, explica Pascua, como Dior o Chanel, emergen para generar aún más estas diferencias. E incluso ellas mismas han revirado a este minimalismo, con prendas como la Tank Top de Prada de 400 dólares. Y otras como Alo Yoga, por ejemplo, se posicionan en el ámbito premium, así como las líneas custom (por ejemplo, Kate Middleton lo hace constantemente con Alexander McQueen) que solo muy pocos se pueden pagar.

Ahora bien: en lo que concierne a ambos grupos también buscan algo más que la expresividad (algo muy característico de comunidades disidentes de la hegemonía blanca y capitalista, que protestan contra el racismo implícito de esta estética en particular). Es la calidad.

“Los más jóvenes igual quieren buscar materiales sostenibles y durables. No es tanto irse por la estética, sino por materiales durables. Por medio de mejores productos, o procesos distintos”, añade Pascua.

¿Qué dice la vestuarista de la serie?

Irónicamente, Michelle Matland confesó estar sobrepasada por cómo la serie es la punta de lanza de una tendencia cultural: “No tengo redes sociales. Trabajamos solamente para contar la historia, porque no son trajes, es ropa y queremos ser lo más auténticos y creíbles posibles. Todos los personajes tienen clóset, como tú y yo. Y su transformación lo demuestra. Ahora bien, siempre ha existido ese 1% más rico y en la serie mostramos cuán distintos son entre ellos. Los Pierce son simpáticos: ves a Nan con su blusa de algodón y zapatos planos, como si hiciera jardinería, en contraste con los Roy, que son bastante corporativos. Ves varias vertientes de ‘old money’ y ‘new old money’, en contraste con gente que tiene una fortuna de 60 millones de dólares y usa cosas de hip hop”, le dijo a NUEVA MUJER COLOMBIA.

“Hay muchas capas: todo lo que conocíamos como lujo y sus criterios mucho en los últimos diez años. Y en los últimos años lo hemos visto a través de esta serie y otros programas: cómo luce el dinero”, explicó la vestuarista.

Matland ha retratado durante cuatro temporadas la transformación de cada personaje a través del vestido. Las más dicientes son las de los que no están dentro del círculo de los Roy por nacimiento o poder corporativo. Gregg, por ejemplo, que viene de la nada para imitar a Tom, un hombre de clase media que al comienzo es objeto de burlas por su imitación y que en la última temporada se da el lujo de condenar a la gente que usa marcas con logos predecibles.

Y para esto, para contar sus historias incluso se hacen traer piezas especiales. Eso, a pesar de no seguir las tendencias. Mattland, al fin y al cabo, resume esta tendencia como la misma esencia de la moda y de la serie en sí misma: “Siempre queremos algo que no tenemos. Puedes ser Jeff Bezos, siempre quieres más. El dinero habla”, expresa.

Pero también habla de lo problemático y risible que puede llegar a ser este lenguaje en términos de ese porcentaje que no idealiza una estética que sesga el resto de identidades de moda y que habla muy bien de esa gente que satiriza ‘Succession’ de manera magistral. “Si estás descalzo, con una chaqueta dorada en Noruega, quizás estés lleno de basura. Es un sinsentido que se expresa muy bien en la serie. Y por eso entretiene tanto: se burla de sí misma”, añade.

Algo que ese 1% ni sus imitadores podrán lograr nunca.

Marcas que ha traído el auge pospandémico del ‘Lujo Silencioso’

Así lo explica la experta en futuros de WGSN, Mariale Pascua:

“Desde The Frankie Shop de Estados Unidos hasta Nothing Written de Seúl y Tove Studio de Londres, existe una nueva clase de marcas minimalistas contemporáneas. Totême, una marca sueca de ropa de mujer fundada por Elin Kling, tuvo un incremento de dos dígitos en Net-a-Porter”, afirma.

“Luego de volverse viral en TikTok, la colección atemporal de bolsos asequibles de la marca francesa Polène tiene más de 136 millones de vistas. Fuera de su país, la marca tiene grandes mercados en China, Japón y EE.UU. Marcas relacionadas con básicos elevados, más que esas marcas de lujo, con marcas que surgen para atender al consumidor de a pie pero hacia estética tipo lujo silencioso”, expresa.

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