Los expertos señalan que el cuerpo necesita un tiempo de adaptación para pasar del calor al frío. De lo contrario se produce un choque, una vasodilatación general y el cerebro puede quedarse sin riego, pudiendo presentar un infarto, como ocurre con el corazón. Por esa razón, es importante refrescarse poco a poco.
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En algunas ocasiones, se presentan ciertos síntomas en los que hay que estar muy atento como náuseas, palidez, dolor de cabeza, picor, escalofríos, cansancio intenso y anormal, adormecimiento, sensación de calor en las extremidades (piernas), dolor de estómago, mareos, zumbido de oídos o escalofríos.
Una de las medidas que puedes seguir es tomar el fresco, colocarte en un sitio a temperatura ambiente, preferiblemente bajo la sombra hasta que sientas que la sudoración va desapareciendo.
Otra de las opciones de mejorar la temperatura del cuerpo es tomar agua porque te ayudará a hidratarte. Olvídate de la cerveza fría porque esta actuará como diurético y lo que menos se quiere es una deshidratación. Otra recomendación antes de exponerte al cambio brusco de temperatura es dejar la puerta abierta unos 30 segundos antes de salir de la habitación fría para que el organismo se vaya aclimatando.
Para evitar los problemas derivados del uso del aire acondicionado, especialmente el exceso de transpiración por los cambios de temperatura, puedes hacer lo siguiente:
No situarte directamente en el aire.
Seleccionar una temperatura entre 23 y 25 grados, no menor a los 22.
Ventilar los sitios abriendo las ventanas y poner plantas.
Cuando salgas a la calle o a un lugar donde no hay aire acondicionado, no lo hagas de forma directa, camina por la sombra.