Qué es el salario emocional y por qué deberías incluirlo YA en tus negociaciones de trabajo

Cuando estés negociando un próximo contrato ten en cuenta hacer valer tu salario emocional, que va más allá del dinero que ingresa a tu cuenta bancaria.

Tener buenas remuneraciones por nuestro trabajo es importante, ya que le dedicamos muchas horas al día y se vuelve una parte importante de la vida, pero no solo hay que exigir dinero sino también un salario emocional acorde.

Pocas conocen este concepto y es que no se habla tanto de esta clases de beneficios, como sí de los rangos monetarios en los que se pueda encontrar un determinado oficio o profesión.

No obstante, debido a su relevancia no se puede dejar pasar. El salario emocional son todas las compensaciones no económicas que se le otorgan a un empleado, con la finalidad de que esté motivado y en bienestar.

“El salario emocional también debería de ser uno de los aspectos a tener en cuenta a la hora de negociar una oferta de trabajo, el candidato ha de poner en valor todas esas cuestiones que él o ella consideren importantes para aceptar un nuevo reto profesional”, explicó la especialista en el tema, Sara Álvarez, a Vogue.

Estos pueden ir desde cosas tangibles como seguros médicos, tickets de restaurante, formación, comedor, servicios de transporte, entre otras, hasta cosas intangibles pero que eleven la satisfacción e implicación del empleado, favorezcan la productividad y ambiente laboral.

Ejemplos: horario flexible, la posibilidad de teletrabajar, un día laboral menos a la semana, promociones constantes, talleres de salud laboral, actividades para forever el compañerismo, reconocimientos, más días de vacaciones, u otros. Todos ellos factores cada vez más decisivos a la hora de aceptar o no una propuesta laboral.

Este principio en las organizaciones parte del hecho de que tener un buen sueldo no equivale a sentirse satisfecho en el plano profesional. Por eso, cada vez se hace más importante que conciliemos el aspecto personal con el profesional.

Ademas, uno no debería limitar al otro. Es decir, lo ideal es que el salario monetario y el salario emocional vayan de la mano, ya que, una vez cubiertas las necesidades monetarias, hay otros elementos que resultan vitales para tomar cualquier decisión laboral, sobre todo, en las nuevas generaciones que defienden mucho más sus derechos.

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