Las mujeres se sienten más atraídas a las series criminales, porque al aprender sobre los asesinos, cómo suceden y quiénes son las víctimas, “también ellas están aprendiendo cómo evitar convertirse en una víctima”. Así lo señala en su investigación la doctora en psicología Amanda Vicary, profesora de la Universidad Wesleyan de Illinois, EEUU.
Y es que aunque el género criminal no es una industria nueva - fue fundado en 1996 por Investigation Discovery, el canal estadounidense dedicado a contar historias delictivas-, con el aumento de los servicio de streaming por suscripción tenemos más acceso a esta producción donde se interpretan asesinatos, secuestros, crímenes confusos, asesinos en serie, historias que despiertan la atención de la audiencia.
Lo cierto es que el interés en el crimen y en particular en los asesinos en serie se ha convertido en algo omnipresente en la cultura popular.
“Está relacionado con un tema cultural. Y tiene sentido lo que dicen los estudios de que las mujeres se sienten más atraídas por las series criminales, porque el 60% de las víctimas de asesinatos son mujeres. Al ver estas series se sienten identificadas, a mi criterio, no con el asesino sino con las víctimas”, dice el psiquiatra Paulo Jordán.
Sus efectos
¿Tienen su efecto negativo o positivo? Ambos, dice la ciencia. “Los elementos que están involucrados en una serie criminal, donde se expone mucho terror como los asesinos en serie, actúan como un estímulo para el cerebro, explica la psicóloga Margarita Torres, “porque es lo que hace el terror desde su lado positivo. En el cerebero se liberan neurotransmisores que, a su vez, amplían nuestra capacidad de pensar”, explica.
Otro punto a favor para la audiencia que le fascina las series criminales es que a medida que el pulso se acelera y la sangre fluye por todo el cuerpo más rápido, el cuerpo experimenta un aumento de la adrenalina.
Así lo señala una investigación del Dr. Richard McKenzie, especialista en Metabolismo celular y Fisiología en la Universidad de Westminster, USA.
“Es esta liberación de adrenalina de acción rápida, producida durante estallidos cortos de estrés intenso (o, en este caso, provocado por el miedo), lo que se sabe que reduce el apetito, aumenta la tasa metabólica basal y, en última instancia, quema un nivel más alto de calorías”, considera el experto.
Ahora el efecto psicológico negativo más habitual tras ver estas producciones es el insomnio. “Cerrar los ojos es sinónimo de ver al asesino que ha protagonizado la historia”, dice el experto.
Lo emocional siempre conecta
Miguel Pérez, productor y crítico de cine ecuatoriano, comparte que los géneros que incluyen hechos que conecten con la parte emocional de las personas como por ejemplo, la delincuencia, la violencia o el miedo, se vuelven más interesantes para la audiencia.
“Es más fácil despertar la parte emocional del ser humano si hay delincuencia o sorpresas por muchas razones, tanto sicológicas como por el argumento y la facilidad con la que cuentas los delitos, hacen que sea un contenido siempre popular”, complementa.
Ocurre también un efecto de resonancia en los espectadores.
“El género criminal es una combinación de crimen con las películas de drama que causan una retroalimentación al instante en el espectador, por las circuntancias, vivencias, acontecimientos que se visualizan en estas producciones y que, de una u otra forma, el espectador las ha visto o vivido en su entorno, o las ha escuchado. Pues, ¿quién no ha vivido en un lugar donde haya sucedido un asesinato o visto un caso de asesino en serie? En Ecuador tenemos a: Juan Fernando Hermosa o Camargo, asesinos en serie que -te apuesto- si Netflix haciera una serie sobre uno de ellos, nos ganaríamos un reconocimiento mundial”, dice el crítico Pérez.
Un criterio similar ha expuesto el investigador de usos y efectos de los medios de comunicación Sebastián Valenzuela.
“Es un hecho que programas que tienen que ver con delitos a la propiedad o con el narcotráfico, lamentablemente para mucha gente es algo cotidiano, entonces la lectura que no es tanto desde el entretenimiento sino que hay un elemento educativo. En los sectores más altos lo ven más alejado a la realidad y lo consideran sensacionalista”, dice.
El trasfondo
El formato de serie documental abre la posibilidad para los espectadores de explorar el contexto en el que se cometen los delitos, cómo actúa el sistema judicial, las imparcialidades de la comunidad y las instituciones que participan.
“Creo que la audiencia es inteligente y quiere entender. No es solo el crimen, también es cómo se resuelve. No miramos tanto al cómo sino el por qué, ¿cuál es el trasfondo?”, ha comentado Lisa Nishimura, quien hasta el 2018 fue la jefa del departamento de documentales en Netflix.
Para Nishimura el crimen no es solo el motivador para la audiencia, sino todo lo que se requiere para resolver un crimen.
De la vida real, la producción ecutoriana que interpretó los casos criminales en Ecuador
Este dramatizado fue creado y presentado por Rolando Panchana, periodista que gozaba de altos niveles de audiencia, transmitida por Ecuavisa desde 1999 hasta el 2005.
En uno de los casos se trató el de la discoteca Romanos de Guayaquil, en donde un joven falleció debido al exceso de alcohol al concursar por una supuesta membrecía, donde tenía que batir un récord de consumo de licor. Este caso nunca se resolvió-
Otro de los dramatizados del programa se presentó un caso que ocurrió hace 19 años, donde un autobús escolar se incendió causando la muerte de 4 adolescentes y 19 niños heridos de gravedad.Durante años se pensó que un pintor de brocha gorda conocido como Gato Malo fue el causante del siniestro, siendo retratado por los medios de la época como el psicópata piromaniaco culpable del hech.
Sin embargo el programa demostró con pruebas detalladas y reconstrucción de los hechos que la condena mediática a dicho pintor era falsa, sin embargo ya había sido destrozada mediáticamente muy tarde la vida del acusado.
¿Quiénes son los asesinos
Es difícil establecer un perfil patológico sobre un asesino, concluyen expertos.
La psiquiatra forense Helen Morrison ha entrevistado a más de 80 asesinos en serie, ha confirmado que los asesinos son expertos en representar papeles y muy adeptos a parecer normales.
En si libro “Mi vida entre asesinos en serie”, Morrison escribe: “Nunca sé bien con quién estoy lidiando. Son tan amistosos, amables, solícitos cuando empezamos a trabajar... son encantadores, casi increíblemente encantadores, tan carismáticos como Cary Grant o George Clooney”.
Además, una investigación sobre el asesinato en serie hecha por la Unidad de Análisis de Conducta del FBI en 2005 concluyó que “no son monstruos y pueden no parecer extraños. Los asesinos en serie a menudo tienen familias y hogares, empleos y aparentan ser miembros normales de la comunidad”.