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5 curiosidades del Convento de Santa Catalina que dejan en evidencia su importancia histórica

La visita al monasterio es una de las paradas obligatorios en la Ciudad Blanca

Monasterio de Santa Catalina
El Monasterio de Santa Catalina guarda numerosos encantos en sus pasillos Foto: Diario del Viajero

El departamento de Arequipa cuenta con un sinfín de lugares llenos de historia que a diario flechan tanto a locales como a turistas. Aunque uno de ellos es de origen católico, eso no ha sido impedimento para que personas de otras religiones se cohíban de visitarlo.

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Se trata del Monasterio de Santa Catalina, un lugar que ha sido declarado patrimonio de Arequipa y del Perú. Entre sus grandes atractivos además de la historia, podemos mencionar su arquitectura y la huella cultural que ha perdurado por más de 440 años desde su fundación.

Entre algunas de las curiosidades más relevantes que posee la ciudadela de 20 mil metros cuadrados, está en sus muros pues además de estar construidos con sillar blanco y rosado provenientes de los volcanes Chachani y Misti, respectivamente; durante 391 años solo las religiosas que lo habitaban sabían lo que había dentro.

A lo largo de su historia se han descubierto numerosos datos que han llamado la atención de los investigadores, como que el permiso para su elaboración lo concedió el Arzobispado de Cusco, pues para ese momento la Ciudad Blanca no contaba con el suyo propio.

Por otro lado, su fundación no fue iniciativa de la iglesia sino de doña María de Guzmán viuda de don Diego Hernández de Mendoza, una mujer laica que con tan solo llevar una administración impecable de las donaciones logró concederle préstamos a la población, cumplir con la dote de las religiosas y al mismo tiempo comprar predios para su constante crecimiento.

En cuanto a su arquitectura, en sus paredes se pueden evidenciar diferentes técnicas de construcción por su gran extensión que corresponden al estilo barroco, neoclásico y neocolonial que han sido recuperadas gradualmente en un trabajo de restauración por los numerosos terremotos que han dañado gran parte de la estructura.

El Convento de Santa Catalina es museo vivo, sus paredes de colores, su soñada vegetación y sus muros de cuatro metros de alto la convierten en un una mansedumbre de paz en medio de la ciudad.

En la actualidad viven las hermanas de la orden de las Dominicas que pueden ser visitadas por el ingreso de la calle Bolívar. Gracias a su trabajo en la venta de productos elaborados con sus manos aún mantienen en pie las obras de caridad que se comenzaron desde hace más de 400 años.

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