Euphoria es un fenómeno que no ha dejado indiferente a nadie. Desde la emisión de su primer episodio el año 2019, la audiencia se ha duplicado llegando a los 13 millones de espectadores en el estreno de su segunda temporada, éxito comparable solo a la adaptación televisiva de la saga de Juego de Tronos. Una expectativa altísima, no solo en sus televidentes, sino también en distintas plataformas y redes sociales. La librera y mediadora de lectura, Catalina Estrella, nos trae esta vez un análisis detrás del éxito de la serie y de sus referencia a la literatura.
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Semana a semana vemos como se comparte un montón de contenido en torno a Euphoria. Más allá de la línea argumental de la serie, la producción ha marcado un precedente en la cultura pop que tiene por lo menos a dos generaciones completamente cautivadas.
Los números de Euphoria son exorbitantes. Independiente de la audiencia televisiva, la serie se ha convertido en la más comentada de la década en Twitter, llegando a más de 30 millones de Tweets por capítulo.
Por eso no es de extrañar que Euphoria sea hoy por hoy un elemento central en la expresión estética que vemos en internet: maquillaje, ropa, música, el concepto de Euphoria llegó para quedarse y acá profundizamos en este fenómeno desde el arte contenido en su producción.
Entonces cabe preguntarse ¿Qué hay detrás de este fenómeno? ¿Cómo se construye esta serie que logra desmarcarse de otras en su género?
Arte y literatura detrás del final de temporada de Euphoria
Desde pequeña soy fan de la televisión, pero en mi versión de adulta, la única “tele” que veo es gracias a las plataformas de streaming.
En particular HBO nunca me ha decepcionado, de alguna manera la rudeza de sus producciones logra tocar esa fibra que creía dormida en una especie de tedio provocado por una industria insípida que había perdido la capacidad de sorprenderme como espectadora.
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Después de una larga espera entre una temporada y otra debido al receso por la crisis sanitaria causada por el COVID-19, ya estamos en la recta final: este 27 de febrero HBO emitirá la segunda parte del capítulo final de esta segunda entrega de Euphoria.
Capítulo 7: El teatro y su doble
Soy esa persona que siempre huye de todos los spoilers así que la semana pasada, logré mantenerme a salvo del internet y llegué a sorprenderme viendo mis expectativas superadas en el capítulo anterior de Euphoria titulado “A theatre and its double” (El teatro y su doble) que me mantuvo cautivada desde el primer minuto.
Mi atención se fue hacia todos los detalles, más allá del guion y de linealidad de la historia, me pareció increíble que titularan el capitulo de esta forma.
El teatro y su doble remite a un ensayo de Antonin Artaud, escritor, poeta y dramaturgo francés. Original de 1938, este trabajo sienta las bases teóricas del Teatro de la crueldad, un movimiento protagonizado por Artaud que propone que la función principal del teatro es despertar fuerzas dormidas en el espectador, enfrentándole a su interioridad, a sus propios conflictos, inquietudes, anhelos y obsesiones más profundas.
Ahora lo entiendo, este era el camino para construir el clímax. Euphoria debe ser entendida mucho más allá del diálogo entre sus personajes, porque la serie es si misma una performance, tiene un fin estético mayor y este final de temporada es una declaración de los principios artísticos de la propia producción.
El capítulo anterior nos sienta como espectadores de una performance de la que me atrevo a decir que somos parte.
Los roles parecen ser difusos en este capítulo, pero realmente están perfectamente delineados. Los mismos personajes de Euphoria asisten a la obra escolar que Lexie titula “Our life” (nuestra vida) donde ven el reflejo de sus propias vivencias en el escenario.
Es cierto que en la mitad de esta temporada hubo una especie de lapsus donde parecía que el argumento de la serie caía en el absurdo. Como espectadores vemos a la protagonista de la serie, Rue, encarnada por Zendaya en un estado de evidente uso y abuso de prácticamente todas las sustancias conocidas.
Y así estuvimos en una especie de coro colectivo preguntándonos ¿Cómo es que nadie nota que Rue ha vuelto a consumir drogas?
Que la producción de la serie decida nombrar el capítulo 7 bajo el mismo título del ensayo de Artaud, no es al azar y se condice con la idea central del Teatro de la crueldad donde el diálogo queda muchas veces relegado a un segundo plano, por lo que los esfuerzos se concentran en el gesto de los personajes, en la performance de la escena a partir de los efectos de sonido, luces, y escenografía.
El puntapié inicial de este final de temporada nos tomó de la mano para asistir a una especie de catarsis colectiva. Los conflictos más profundos de la serie y de sus personajes están siendo expuestos y resueltos atravesando la incomodidad en escena. La adolescencia completa es una gran etapa incómoda donde no sabemos aún quienes somos, ¿Qué mejor contexto para exponer los grandes demonios y vicios de la sociedad en que vivimos?
Suena pretencioso, lo sé, pero si entendemos la serie como una producción artística mayor no parece tan descabellado que el guion se apoye en teorías literarias.
Capítulo 8: Toda mi vida, mi corazón ha anhelado una cosa que no puedo nombrar
El capítulo final de esta segunda temporada sigue en la misma línea teórica y se titula “All my life, my heart has yearned for a thing I cannot name” (Toda mi vida, mi corazón ha anhelado una cosa que no puedo nombrar) una frase acuñada en 1937 en L’Amour fou (El amor loco) uno de los grandes trabajos de André Breton (1896-1966), poeta y ensayista francés, fundador y uno de los principales exponentes del movimiento surrealista.
La obra de Breton está ligada a la colectividad y la creación como formas de resolver los grandes problemas de la existencia. Su formación política está enraizada en sus teorías, y en particular El amor loco propone una salida socialista a las torturas del capitalismo mediante la reconciliación de la humanidad consigo misma.
¿Asistiremos entonces a una resolución pacífica de los conflictos a través del perdón? Probablemente no. Es altamente posible que los personajes y la historia misma tengan un final -al menos de temporada- devastador.
André Breton sostenía que el amor y el mismo acto de amar es entender el significado de la vida.
Una de las mayores motivaciones que tienen en común los personajes de Euphoria es el amor, que resulta ser también una de las grandes pulsiones de la adolescencia, esa etapa llena de ensoñaciones que va sucediendo mientras vamos construyendo eso que seremos.
De este último capítulo espero muchas cosas, pero ninguna se centra en el guion. No tengo tantas expectativas en torno a la resolución de los conflictos, pero sí tengo altas esperanzas en torno al efecto que va a producir esta idea de una obra dentro de otra obra, que ha sido puesta en marcha a partir del trabajo que hace Lexie en esta obra espejo.
Esta vez somos todes parte de un conflicto mayor. En gran medida somos espectadores pero las paredes del teatro se han abierto y ahora formamos parte de la escena, es imposible mantenerse al margen cuando entendemos que la producción nos muestra que pertenecemos a esta gran obra que es la vida misma.