JOSÉ BARRETO
¿Qué te motivó a hacer este filme?
Cuando terminé Casadentro (2012), me quedé con una espina. Era mi ópera prima y tuve miedo, me ceñí muchísimo al guion. Hubo mucha planificación, todo estaba controlado. Me provocó entonces hacer una película más libre, sin guion, improvisando un poco la puesta en escena.
Una apuesta bastante arriesgada…
Claro, teníamos poco dinero y, por consiguiente, poco tiempo para rodar. De hecho, nunca pensé que podíamos hacer una película en tan poco tiempo (risas). Pero todo fluyó, y creo que fue en gran medida por el trabajo previo que hicimos con los actores.
¿Cambió la idea inicial que tenías del filme?
Sí… de hecho, no tenía claro ni el final. Fuimos descubriendo las cosas en el camino, creando escenas. La película se armó como un rompecabezas, se hizo al andar.
¿Por qué la selva como escenario?
Me pareció un contrapunto bastante interesante el hecho de que los personajes estuvieran solos, pero rodeados de toda la vida de la selva.
Los personajes hablan sobre el cine. La falta de espacio para los filmes peruanos termina siendo casi un jalón de orejas al sistema actual… Mi intención era reflexionar sobre el sistema, pero más para mí misma. Una vez, una amiga me dijo: ‘Si a ti no te interesa hacer cine para que te vaya a ver mucha gente, ¿entonces por qué haces cine?’. Eso me provocó un conflicto. Llegué a preguntarme si vale la pena hacer cine. Vamos, es mucho trabajo, te pasas tres años en una película y, por lo general, no ganas dinero. Por eso hice la película, para descubrir en el proceso qué hacer en el futuro.
¿A qué conclusión llegaste entonces?
Yo, por lo menos, no puedo hacer un cine que no me nace. Si me impusiera hacer una película comercial, me saldría mal. Creo que no tengo talento para eso. Siento que uno debe hacer el cine que le nace y esperar que conecte con el público. Hacer una película comercial, que conecte con millones de personas, requiere mucho talento. Si no, mira todos los intentos e igual número de fracasos en nuestro cine.