Por José Barreto
Llegas con tres discos bajo el brazo y el rótulo de la princesa del rock chileno…
Ese es un título que se me pegó desde el inicio de mi carrera por un artículo que me hizo la revista Rolling Stone. Me parece buena onda, pero trato de no promoverme así (risas).
Tu primer disco, Muérdete la lengua (2007), fue producido por los hermanos Mauricio y Francisco Durand, exintegrantes de Los Bunkers…
Al inicio yo tocaba con un formato de jazz. Solo podía tocar en lugares de ese corte, pues no había lugares de rock que aceptaran cantautores. Ellos me vieron en un show y me dijeron que sería interesante ver mis canciones en formato de banda. Así, me guiaron a un estilo más rockero, más orgánico.
¿Cuánto te sirvió empezar así, con formato de banda?
Fue tremendamente positivo. Aprendí la importancia del ensayo, de ser depurada no solo en un estudio, sino también en vivo. Fue una formación que me dejó un cimiento más tradicional, pero que ahora es muy importante para mi evolución y mi exploración constante de sonidos.
¿De qué escribe Francisca Valenzuela?
Lo mío es una verborrea visceral. Escribo como una catarsis natural y espontá- nea. Escribo con sudor y cicatrices. Escribo sobre inseguridades, miedos, deseos, la pérdida y la rabia.
Un tema transversal en todos tus discos es el de la igualdad de género…
Ha sido algo inconsciente. Al inicio todos me tachaban de feminista, pero no fue algo planeado. Solo escribía sobre lo que veía. Ahora me doy cuenta de que con la música puedo poner temas importantes sobre el tapete.
¿Qué está fallando en nuestras sociedades con respecto a ese tema?
Pasa que se ha generado ese ideal estúpido de la homogeneidad, de que hay una sola manera de ser feliz. Hace falta que las sociedades aprendamos a validar las distintas maneras de ser y de vivir.
S/.90 cuesta la entrada para ver a Francisca Valenzuela en www.joinnus.com.