Tomas García Cerezo, director Editorial Larousse, explicó a Publimetro cómo es la creación de una obra lexicográfica.
El primer paso es consultar las bases de datos, consistentes de un banco de palabras con sus respectivas definiciones y estructuradas por categorías gramaticales -verbo, sustantivo o adjetivo-, agregando ejemplos, así como posibles sinónimos y antónimos.
Después se define el tipo de diccionario que se hará, a qué segmento va dirigido y su propósito. Con base en esto, se establece su extensión y contenido: de vocabulario general, escolar, o temático (geografía, matemáticas, biología, etcétera).
Es primordial que los diccionarios tengan información que vayan acorde a los niveles y grados, por lo que siempre están en concordancia con los programas de estudios oficiales y objetivos de la SEP y son revisados anualmente.
La edad y tipo de público al que va dirigido define el tipo de lenguaje que usarán los redactores. Por tal motivo, el director editorial de Larousse argumenta que si bien la Internet ha facilitado tener acceso a obras que puedan dar las definiciones, sigue siendo importante tener un material de consulta ya que ‘quizá puedas encontrar un ensayo de 42 páginas hecha por un eminencia en el tema, pero ahí un chico de 14 años no podrá encontrar lo que busca ni entender lo que dice’.
Respecto a esta ventaja de la vigencia que tiene el ciberespacio sobre las obras impresas, García Cerezo agregó que la incorporación de neologismos o retirar términos por desuso no es a gran velocidad. ‘Hay palabras o modismos que no necesariamente se integraran al léxico. Sobre todo, si le estamos enseñando a los chicos a usar el el lenguaje de la manera correcta hay que estar plenamente seguros de es un palabra que llegó para quedarse’.