Por: Verónica Klingenberger
El título de El Comercio da, al menos, para sonreír un buen rato: ‘Se resolvió el misterio: Alan García no es doctor’. Me hace mucha gracia todo este revuelo -que empezó con el artículo escrito por el profesor Jorge Rendón Vásquez en el blog Grancomboclub- por el shaming público que se le hace a uno de nuestros más emblemáticos huachafos de la ilustración. Que sea bamba es lo mejor que pudo pasarle a todos esos periodistas a los que García bulleó en repetidas oportunidades llamándolos ‘ignorantes’ o cosas por el estilo, con ese gesto tan ‘ay sí, ay sí, yo estudié en La Sorbona…’.
No es que crea que un título académico te haga más o menos respetable. Sobran los autodidactas que nunca fueron a la universidad y tienen una mirada mucho más original o un pensamiento mucho más crítico -y ciertamente divertido- que la mayoría de masters y doctores del universo. Pero estoy convencida de que el sistema universitario debería garantizar un buen cierre a todos aquellos peruanos que queramos formarnos profesionalmente. Y esperamos que nuestros profesores sean académicos verdaderamente calificados, ¿no? Pero volvamos a lo nuestro. Lo verdaderamente ocurrente es que el hombre de los mil delitos sin condena sea víctima de un papelón mediático que le debe doler más que ninguna otra acusación. Ya salió a defenderse en Twitter: ‘Tonterías. Soy abogado titulado (1972), Magíster (2004) y seguí cursos de Doctorado (72-77). No presumo de Títulos ajenos y cumplo la ley’. LOL.
García es el típico peruano huachafón a quien siempre le ha encantado venderse como un tipo instruido, culto, rodeado de diplomas de las más prestigiosas universidades. No puedo evitar imaginarlo sentado como alumno invitado en una clase en La Sorbona. ¿Cómo se comportaría? ¿Levantaría la mano para debatir? ¿Daría siquiera algún examen? ¿O se la pasaría fumando en los jardines, seduciendo a latinoamericanas pitucas o francesas progres interesadas en América Latina? A algunos les parecerá indignante tanta desfachatez del expresidente, pero la verdad que llegado a cierto punto, que sea doctor o no es lo último que me importa. Como sugiere un amigo en Facebook, que García mienta sobre sus logros académicos es como que Al Capone deje de pagar impuestos. De todas formas, me encantaría someterlo a un examen oral en señal abierta y verlo reprobar ante todo el Perú.
Todo esto me deja una lección. Para ser doctor no hace falta mucho. Aquí algunas ideas para conseguir ese título. 1. No digas ni hagas absolutamente nada. En el Perú, lo más probable es que si pagas seas doctor o ingeniero sin necesidad de más. 2. Camina con el pecho inflado y la cara bien en alto. Mira a todos desde arriba, como ‘the professor’. 3. Viaja con frecuencia e invéntate lo que quieras. 4. La historia es Wikipedia, así que maquilla tu perfil siempre que sea necesario. Aprende de García y su equipo (fíjate la última vez que editaron su entrada). 5. Dicta una maestría en alguna universidad que dirija un amigo tuyo. Si has sido presidente y ese amigo fue tu ministro de Educación, mucho mejor. Es probable que incluso quiera avalarte la compra de una casita por 800 mil dólares. 6. Opina sobre cualquier tema aun cuando no tengas idea de lo que estás diciendo. Por ejemplo, decir algo como ‘juventud, divino tesoro’ y adjudicarle el verso a José Santos Chocano. Da igual que pertenezca a Rubén Darío. Alan dijo exactamente eso en uno de sus ‘geniales’ discursos a principios de su segundo gobierno y lo aplaudieron a rabiar. 6. Y finalmente si alguien se atreve a ser un estorbo en tu camino, patéalo. Literalmente.