(Opinión) Contraataque

El Mundial puede habernos hipnotizado a todos, pero no se crean. Estamos vigilándolos de reojo, listos para el contraataque.

Por: Verónica Klingenberger

Hace siete días que no tengo tiempo para nada. Todas las obligaciones del día deben ejecutarse antes de las 11 de la mañana y después de las 6:30 p.m. Hay algunos huecos en los que debo correr para deshacerme de los odiosos pendientes del día a día: lavarme los dientes, darle de comer al perro-huésped, rellenar el vaso, acomodar los cojines, responder algún mail de trabajo. El Mundial ha invadido todos los espacios físicos y mentales y ha postergado todas mis preocupaciones. ¿No estamos todos en lo mismo? Pendientes de cada detalle, no se nos pasa un titular: ‘Löw se sacó un moco antes de darle la mano a Cristiano Ronaldo’. ‘Brasil confiscó 40 kilos de dulce de leche a la selección uruguaya’. ‘Primer escándalo del Mundial: Seleccionados croatas se bañan desnudos en piscina del hotel’. O el más ‘creativo’ de todos (salió ayer en Depor y Líbero a la vez, luego de la gatúbela actuación del portero mexicano frente a Brasil): ‘Tenía que ser… ¡el chavo del Ochoa!’. En fin…

Pero claro, no todo es perfecto y no me refiero únicamente a la señal de ATV, a las bataclanas del Budweiser Festival ni al apanado en redes a Eddie Fleischman, quien debo decir es el que más sabe y el que mejor me cae comparado, digamos, con el somnífero profe Daniel Córdoba. Al menos no expone un desvergonzado machismo como el de Claudio Techera y Daniel Kanashiro, por ejemplo, durante la transmisión del Australia contra Holanda. ¿Qué dijeron? Algo así como que no molesten las mujeres y novias porque hoy va a haber unos partidazos, o que las señoras se apuraran a poner la mesa para el almuerzo porque a las dos jugaban España y Chile. El remate al arco fue: ‘Tengo un amigo, soltero empedernido, que dice que cuando conozca una mujer que entienda lo que es la trampa del offside se casa’. Bitch, please. Tarjeta amarilla.

Lo peor es todo lo que pasa en la horripilante realidad nacional que intentamos evitar a toda costa. Cosas como las declaraciones del congresista Martín Rivas en el debate por la unión civil en el Congreso: ‘… que dos personas del mismo sexo tengan una visita íntima, es una situación para mí aberrante, lo siento, pero es así, y perdonen mi ignorancia, es aberrante’. A mí me parece aberrante que alguien quiera tener sexo con el señor Rivas pero no por eso voy a considerarlo un ciudadano de segunda categoría ni negarle los mismos derechos del resto de peruanos. El proyecto de unión civil ahora quiere llamarse unión solidaria, homofóbico parche para una ley que en principio debía velar por reconocer, de verdad, los derechos de miles de ciudadanos peruanos como pareja y familia. El nuevo texto no permite el cambio de estado civil ni da ningún derecho de representación mutua a las parejas gays peruanas. Solo mantiene los derechos gananciales y de sucesión, lo cual puede ser un avance legal, pero es ciertamente un retroceso moral para todo el país. Este partido va a ser larguísimo, sin duda, pero que ganas de ir al Congreso a meterle un cabezazo a lo Zidane a todos esos impresentables.

El Mundial puede habernos hipnotizado a todos, pero no se crean. Estamos vigilándolos de reojo, listos para el contraataque.

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