Dunham, TV al desnudo

Nuestra columnista Verónica Klingenberger nos cuenta sobre la serie Girls, que promete ser la nueva Sex and the City.

La diva rolliza y tatuada del Brooklyn posuniversitario tiene 26 años, se llama Lena Dunham y no tiene problema alguno con sacarse la ropa delante de ti o de quien fuera. Lo hizo el pasado domingo en la introducción de los Emmy (su serie fue nominada a cuatro premios, incluyendo Mejor Comedia) donde encaró la carcajada compartida por los nombres más importantes de la TV y el cine estadounidense. Y lo hace en cada episodio de Girls, serie que escribe, dirige y protagoniza, y que se puede ver desde el 15 de abril por el único canal de televisión ‘que no es televisión’.

Girls, dicen, es la nueva Sex and the City. Lo dicen por Nueva York, por el sexo, por ser cuatro amigas que se la pasan bomba y fatal. Pero como Dunham le explicó una vez a Conan O’Brien después de decirle que le encantaría tener sexo con él y luego disculparse (dice ‘sorry’ después de casi todo lo que dice), en Girls no hay Manolo Blahnik ni Mr. Big, los cosmopolitan han sido reemplazados por cervezas, y la realidad es mucho más real. El sexo entre los jóvenes neoyorquinos es torpe y rápido, los cuerpos tienen grasa y moretones, el aborto no es una tragedia sino algo con lo que a veces deben lidiar, la plata nunca alcanza, y el amor, bueno, el amor es Adam, un excéntrico y alargado personaje que, como Hannah, la protagonista interpretada por Dunham, tiene poca tolerancia a la ropa y mucha imaginación para el romance, el sexo y el arte.

Lena Dunham ha desvestido mucho más que su cuerpo. Su valentía para llevar su vida y la de sus amigos a la TV le han valido elogios y reproches (la acusan de racista porque en la serie no ha aparecido ningún personaje negro, y de elitista porque los personajes, como los actores, son hijos de artistas e intelectuales exitosos). ‘Es como la idea de ver a tus papás desnudos o estar con alguien que quiera tener sexo oral contigo y a ti te preocupe oler mal o que tu cuerpo le parezca raro. Esas son las cosas que adoraría que se vuelvan normales en la TV’, dice ella, y por solo querer eso Lena Dunham resulta adorable, porque nos hace sentir normales en un mundo gobernado por la perfección de la cirugía y el photoshop, y en el que nuestra versión pública (piénsate en Twitter o Facebook) nunca nos revela inseguros, envidiosos, ridículos o rechazados.

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