Emprendedores peruanos que resisten a la crisis por el Covid-19

Testimonios de tres emprendedores peruanos que no están dispuestos a dejarse vencer por la crisis y piensan reformular sus negocios para continuar con sus sueños y dando trabajo a otras personas.

I

Diseñar una salida para la crisis

Este año, Paola, una joven emprendedora en el rubro textil, había logrado colocar sus diseños a centros comerciales, su producción se había triplicado en un corto tiempo y ya estaba en la búsqueda de más colaboradores para cubrir la creciente demanda. Iba a ser un gran año, pero la pandemia por el Covid-19 paralizó el mercado, las ventas y el auge de su empresa. ¿Cómo reponerse a una crisis así?

Desde pequeña, Paola Bazán soñaba con tener algo propio y al culminar el colegio decidió estudiar administración de empresas con el soporte de sus padres. Trabajó algunos años en una empresa hasta que decidió renunciar para participar por unos meses en un proyecto social fuera del país. Al regresar decidió crear su propia marca de ropa, la cual lleva su nombre.

‘Cuando era niña, casi toda mi ropa la hacía mi abuelita, mi contextura y tamaño no ayudaban (risas) y siempre se me hizo difícil encontrar ropa a mi medida. Luego que ella falleciera, recurría a una costurera que me hacía la ropa a medida, sobre todo para ocasiones especiales’, cuenta Paola sobre cómo inició su interés por el diseño y la moda.

Al inicio confeccionaba pocas prendas, las cuales ofrecía en algunas ferias en Barranco. Se dio cuenta de que sus modelos tenían acogida y, como atendía personalmente, escuchó las sugerencias de sus clientes para crear sus siguientes modelos.

Recurrió al servicio de un pequeño grupo de colaboradores (costureras y personal logístico) para hacer más eficiente su producción. ‘El poder ofrecer trabajo a otras personas y ver su crecimiento es algo muy gratificante’, dice.

Este año ya contaba con siete puntos de venta en Lima y uno en provincia (Piura). Sus modelos lograron colocarse en reconocidas tiendas multimarca para jóvenes.

Industria textil paralizada

Los centros comerciales cerrados, la venta de insumos textiles paralizada y la imposibilidad de apertura de ferias han golpeado su emprendimiento. ‘Con respecto a nuestros puntos de venta, en cada una se está negociando el tema de alquileres. En cuanto a las ventas, el stock que teníamos lo estamos ofreciendo e indicando que estos serán entregados pasado el periodo de cuarentena. El apoyo y la acogida que hemos tenido por parte de nuestros clientes nos ha sorprendido gratamente’, señala y hoy busca diseñar nuevas estrategias de venta online.

‘Es momento de reinventarnos, estoy viendo la posibilidad de tener una página web propia. Ando conversando con nuevos proveedores para ver el tema de envíos que cuenten con las medidas de sanidad necesarias. Serán momentos difíciles, pero estoy segura de que saldremos adelante’, dice.

II

En tiempo de crisis se cocinan buenas ideas

Wilson Villar (34 años) nació y creció en Tingo María y migró a Lima para buscar un mejor futuro. Se inició repartiendo menús dentro de un mercado y hoy es dueño del restaurante El Encanto de la Selva, el cual cuenta con tres locales. Sin embargo, la cuarentena por el Covid-19 ha paralizado su empresa por más de un mes. Lo más complejo es que el rubro de restaurantes tendrá que esperar más tiempo que otros negocios para su reapertura. ¿Cómo salir de esta crisis?

De pequeño, Wilson estuvo familiarizado con los restaurantes. ‘Desde que tengo uso de razón ayudaba a mi madre en la cocina, siempre estuve muy vinculado a esta actividad. Inicié repartiendo menú dentro del mercado, una experiencia enriquecedora que me permitió empezar el contacto con los clientes’, recuerda.

Cuando se instaló en Lima, decidió prepararse y estudiar Alta Cocina en el instituto Columbia. Sus hijas, su amor por la Amazonía y conocer el gran potencial en los productos de la selva lo motivaron a emprender en el negocio de los restaurantes.

La experiencia que tuvo con su madre y los conocimientos que adquirió en su instituto lo ayudaron al desarrollo y crecimiento de su empresa. Tiempo después Wilson ya tenía tres locales de El Encanto de la Selva, uno en Lima (Jr. Manuel Candamo 448, en Lince) y dos en Tingo María (Mercado Modelo y en la Av. Alameda Perú 288), donde ofrece platos tradicionales amazónicos. Incluso, junto a su hermana Dorca, incursionaron en el fast food de comida amazónica en el centro comercial Real Plaza de Huánuco, con su restaurante Meriba.

Cambio de planes

En marzo, los restaurantes de Wilson y su hermana se encontraban en un periodo de reformulación de la carta por la nueva temporada de productos. ‘Teníamos también planeada la implementación de una planta de producción, promociones para incrementar las ventas, impulsar festivales de productos emblemáticos y el desarrollo de cenas con chefs invitados dentro de nuestra plataforma de investigación RUPA RUPA 647’, pero los planes tuvieron que cambiar drásticamente cuando se impuso la cuarentena por el Covid-19 en todo el país.

‘El rubro de los restaurantes es uno de los que se ha visto más afectado. En el caso de Meriba en Huánuco, nos enfrentamos a gastos fijos que debemos resolver para continuar con la operación. Y aunque el reto está latente, estamos poniendo todo nuestro esfuerzo para recuperarnos de forma rápida’, dice Wilson.

No se rinden

Wilson, su hermana y su equipo de colaboradores no se rendirán ante esta crisis sin antes dar pelea. Lejos de pensar en salir del negocio o salvar parte de su capital, ahora están buscando organizar estrategias de ventas on-line adaptándose a las disposiciones del Gobierno una vez pasada la cuarentena.

‘Nosotros no pensamos cambiar de rubro, porque nacimos para esto y hemos pasado por mucho para salir adelante con nuestros restaurantes. Estamos convencidos de que en tiempo de crisis se cocinan buenas ideas. Así que seguiremos siempre con una gran sonrisa y energías positivas’, asegura Wilson confiado en que saldrán de esta.

III

Paciencia y resiliencia ante la crisis

A los 17 años, José Loera Vílchez decidió migrar a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Allá logró estudiar negocios en la Universidad de Nueva York CUNY. Después de laborar por 20 años para empresas como UPS, L’Oréal USA y Bank of America, decidió no trabajar más para otros y usar su experiencia para emprender su propio negocio en el Perú en el rubro de la moda y creó KJARI Herencia Peruana. Sin embargo, el crecimiento de la empresa se ha visto hoy frenada por la crisis generada por la cuarentena. ¿Qué hacer para superarla?

Para iniciar su emprendimiento en Lima, José se asoció con el diseñador de moda Pablo Pihn, quien había trabajado para reconocidas marcas de ropa en New York.

‘En mi plan de negocios establecí empezar el emprendimiento irradiando desde Lima Norte. Abrí una pequeña boutique que utilice para hacer una prueba y análisis de mercado. Allí nació oficialmente KJARI Herencia Peruana, en diciembre 2017’, recuerda. Su boutique estuvo localizada en un pequeño centro comercial donde vecinos de Comas, Carabayllo e Independencia compran ropa.

Seis meses después de abrir, José participó de un concurso de emprendimiento que permitió el despegue de su negocio. ‘El premio fue un módulo para comercializar nuestras prendas por ocho meses en MegaPlaza. Actualmente contamos con una robusta cartera de clientes, tres puntos de venta y un canal e-commerce. Nuestros clientes son de Lima y todo el Perú, contamos con envíos a nivel nacional’, señala.

Cuando llega la cuarentena

Con tres trabajadores, su cónyuge y dos talleres aliados de confección, José planeaba la expansión y exportación de KJARI, pero la cuarentena por el Covid-19 frenó sus proyectos: ‘Los planes de expansión definitivamente no se podrán ejecutar, ya que nuestro gobierno no dará luz verde a comercializar en forma presencial por un buen tiempo. Es algo lamentable, ya futuros puestos de trabajo han sido eliminados’, dice.

‘Parte de nuestro capital se tuvo que invertir en nuestros trabajadores, hemos logrado acuerdos para que sigan percibiendo parte de su remuneración, nuestros ingresos vienen netamente de las ventas de nuestras boutiques. Es algo que podremos soportar por un mes más, luego vamos a tener que tomar medidas que el gobierno ya ejecutó para las pequeñas empresas’, añade.

José espera que el gobierno autorice pronto las ventas por canales como e-commerce y que se reactive la cadena de distribución. ‘No podemos ni siquiera distribuir y los clientes que compran por internet quieren sus productos. Como empresarios, tenemos que tener paciencia y apoyar en todo lo que podamos’, indica.

Para superar la crisis, José apostará por repotenciar el e-commerce de KJARI y por producir lo que se requiera en este periodo de pandemia. ‘Nosotros seguiremos en nuestro rubro apoyando al gobierno y nos adaptamos a las nuevas necesidades. Por ejemplo, KJARI está a punto de lanzar mascarillas reusables que cuentan con las características del MINSA, pero a la vez incluimos diseño en la producción’, dice.

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