El Estadio Monumental, ubicado en Belgrano, estaba a reventar. Un duelo entre River Plate y Boca Juniors fue el escenario idóneo para que Diego Armando Maradona dijera adiós del fútbol profesional.
El 25 de octubre de 1997 cambió para siempre la historia del fútbol moderno, pues en el Súper Clásico del balompié argentino se despidió “El Barrilete Cósmico”.
En el túnel de vestidores, la imagen de Diego alentando a sus compañeros fue el arranque de un encuentro especial, en el que el mundo vería sus últimos minutos sobre el terreno de juego.
Cuando llegó la hora de brincar al rectángulo, la cara de Maradona delató todo. El sentimiento estaba a flor de piel, ya que sabía que estaba disputando su último partido como profesional.
“El Pelusa” no dejó de mirar las gradas. Sus ojos lucían cristalinos, era evidente que la emoción estaba embargando su ser.
El público estalló en júbilo al momento en el que silbante tocó su ocarína y dictaminaba el arranque del encuentro.
Diego, con un ritmo futbolístico en decadencia, trató de pesar en el partido. Sin embargo, los mejores momentos del atacante ya habían pasado hace algunos años.
Conforme pasaron los minutos, Maradona se desesperó, ante la imprecisión que mostró sobre el campo.
El liderazgo y trayectoria importaron poco esa tarde, el “10″ jamás terminó por encontrarse sobre la cancha.
Al minuto 40, los “Millonarios” se adelantaron en el marcador, ante la mirada incrédula del “Pelusa”.
Cambio generacional
A la mitad del juego, Diego fue sustituido y no salió más al césped para la parte complementaria.
Una carrera repleta de polémica se diluía en una tarde-noche, pero sirvió como el preludio para dar paso a las nuevas generaciones.
En su lugar ingresó Juan Román Riquelme, un jovencito que comenzaba a mostrar pinceladas, y que años mas tarde sería el nuevo ídolo de Boca.
La presencia de aquel muchacho, que portaba la camiseta ‘20′, le cambió la cara al equipo y los Xeneizes le dieron la vuelta al marcador para poner 1-2 en los cartones finales.
Aunque la estadística marca que su adiós fue con una victoria, el mundo del fútbol sabe que su despedida fue amarga, con la memoria de que lo mejor de la leyenda argentina se vivió la década pasada.
La partida de Diego del campo no fue como la soñó, pero no hay día que la afición argentina no lo recuerde, pues su legado está intacto en la historia del fútbol mundial.