POR VERÓNICA KLINGENBERGERPERIODISTA@vklingenberger
Primero fue la remontada de la Roma, en un partido que terminó cual ópera con los brazos arriba y la mirada en el cielo. En la cancha y en las gradas, el canto romano enmudecía a un Barcelona anodino. Los tres goles necesarios llegaron firmados por Dzeko, De Rossi (penal) y Manolas, este último explotando en esa celebración histérica, emocionada, que por un segundo me recordó a la de Tardelli en España 82.
Apenas dos años más tarde, en 1984, la Roma clasificó por última vez a una semifinal de Champions (entonces llamada Copa de Europa; llegó hasta la final, que perdió por penales ante Liverpool). Hasta este martes, que el maleficio se rompió gracias -en gran parte- a un Barza deslucido y desordenado, para el que últimamente parece imposible sobrevivir a los cuartos de final (ha caído cuatro veces en los últimos cinco años).
Lo de la Juventus es otro cuento. Y uno que sabe mal sobre todo por cómo aburre eso de que gane el mejor. El fútbol emociona cuando es épico, cuando el equipo chico le gana al grande y cuando Cristiano Ronaldo pierde. Pero nada de eso pasó el miércoles en el Bernabéu. Y al final todo fue tan incómodo que ni siquiera Zidane se atrevió a celebrar el único gol de su equipo.
La Juve se había ido al mediotiempo ganándole 2 a 0 al doble campeón actual de la Champions, un Madrid que en 116 años jamás había estado perdiendo como local después de tan buen resultado en la ida (eso según El País y el pelmazo de Mr Chip). Llegaba el minuto 59 y Matuidi aprovechaba otro error de Keylor Navas para meter, como sea, el tercero. El silencio se podía cortar con un estoque. La Juve empataba así al mejor equipo del mundo en su propia cancha y prometía una final anticipada.
Pero recuerda este nombre: Michael Oliver, el inglés de 33 años que de tan flemático no titubeó en cobrar un penal a favor del los blancos en el último minuto del partido.
Ni la repetición en cámara lenta logrará ponernos de acuerdo. ¿Fue penal? Ok, puede que sí, ¿pero tú lo cobrarías? ¿Hubiese sido más polémico no cobrarlo? Ni hablar. Pero el fútbol es también el árbitro que se atreve a expulsar a Gianluigi Buffon en su última Champions, a sus 40 años y por primera vez en todos los partidos que jugó por su equipo en ese campeonato. Un cretino. Buffon dice que en vez de corazón tiene un tacho de basura
Jamás hubo en Roma un oráculo. La adivinación preferida por los romanos siempre ha sido inductiva y parte de la divinidad misma: la verdadera pasión no cree en intérpretes ni interferencias. Si mañana viernes, los dioses mandan al Real Madrid a enfrentar a la Roma, todo un país (y millones de locos alrededor del mundo) esperaremos impacientes la vendetta. La venganza tiene en la mira a una Roma ardiente. Por la Italia descalificada del Mundial, por el fútbol, por Buffon.
Y porque Cristiano Ronaldo se retire de la cancha cabizbajo y con los pectorales bien cubiertos.
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