Así se prepara Richard Hidalgo para subir las 14 montañas más altas del mundo

Acompañamos al montañista peruano en su preparación en la Cordillera Blanca.

Por Carlos Espinoza

A 4390 metros sobre el nivel del mar (msnm), la baja concentración de oxígeno en la sangre provoca mareos, dolor de cabeza y fatiga. Hasta esa altitud acompañamos a Richard Hidalgo, destacado montañista peruano del team The North Face, en su preparación en el campo base del nevado Ishinca, en Huaraz. Su meta es llegar a las cimas de las catorce montañas más altas del mundo, que están sobre los 8000 msnm, sin ayuda de oxígeno suplementario y antes del 2021, año del bicentenario de la independencia del Perú.

‘Todas las montañas más altas del mundo se encuentran en la cordillera del Himalaya, en Asia, entre Nepal, el Tíbet, Pakistán y la India. De las catorce ya llevo seis y me he propuesto finalizarlas en el año 2021. Ese será mi aporte al Perú por el bicentenario ‘, me cuenta Richard en el refugio Ishinca, a donde hemos llegado luego de caminar durante cuatro horas desde el centro poblado de Pashpa, ubicado a unos 50 minutos en auto al norte de la ciudad de Huaraz.

_Camino al refugio Ishinca, en Huaraz_

El objetivo del día es alcanzar la cima del nevado Ishinca, cuya altura es de 5530 metros. Esto como parte de la excursión ‘En Busca de la Cumbre’ que preparó The North Face para acompañar a Richard y que además está integrada por veinte deportistas de disciplinas como el trekking, el montañismo, la escalada, el trail running y un periodista de Publimetro.

Descansamos algunas horas en el refugio y partimos a las 3:30 de la madrugada. Hay luna llena y eso ayuda a ver el sendero ascendente que, tras subirlo por más de tres horas, parece no tener fin. Sin aclimatación, alcanzar la cima de una montaña de 5500 metros parece imposible, pero Richard lleva varias cumbres hechas y sabe todo lo que uno experimenta arriba de los lugares más altos de la Tierra: ‘Lo que siento es cansancio y preocupación porque llegar a la cumbre es solo la mitad del camino. Todavía falta la bajada y a veces es más peligrosa porque uno ya está cansado y no presta atención a los problemas que se puedan presentar. Un par de días después uno recién se da cuenta de lo que ha hecho, el haber llegado a la cumbre y el éxito que se ha logrado’, dice.

‘¿Qué te motiva?’, le pregunto. ‘El retarme a mí mismo siempre. Subir catorce montañas por arriba de los ocho mil metros sin oxígeno suplementario es un esfuerzo sobrehumano. Soy consciente de eso y por eso entreno muchísimo. Además, lograrlo ya no solo es un reto personal, sino también para el Perú’, responde.

Refugio Ishinca, ubicado a 4 390 m. (Crédito: Carlos Espinoza)

Para cumplir sus objetivos, Richard entrena tres horas diarias, va al gimnasio, corre, hace bicicleta y natación. Cuando está cerca de una gran expedición, sube montañas cercanas a Lima o de la cordillera blanca. ‘Además se requiere un buen equipo, se necesita una ropa especial, ropa de plumas, guantes, casacas que te protejan las partes vulnerables de tu organismo y, afortunadamente, The North Face me lo proporciona’, señala. ‘La idea en el montañismo es tener una ropa que te proteja del viento y del frío, pero que a la vez no pese. Hay bolsas de dormir que pueden aguantar menos 20 grados y que no pesan mucho, lo mismo pasa con las carpas. Ese tipo de equipo es el que se busca hoy’, agrega.

En los dos días que llevamos de excursión, Richard no se ha sentido muy bien. Sufre un fuerte resfrío y caminar de madrugada parece haberlo afectado más. Toma una decisión prudente, decide regresar al refugio y que el resto del equipo continúe con la expedición. ‘¿La obsesión por llegar a las cumbres más altas del mundo te puede llevar a tomar decisiones fatales?’, le preguntó. ‘Muchas veces sí. El cuerpo vive del oxígeno y el cerebro lo necesita para pensar y tomar decisiones correctas. Arriba de los diecisiete mil metros, la proporción de oxígenos es bajísima. A veces la gente se obsesiona, ve la cumbre tan cerca y no piensa en nada más: a qué hora va a llegar, en las condiciones del clima y cuánto tiempo le va a tomar retornar a su campamento. Ahí se cometen los errores’, dice.

Montaña Ishinca, cuya cumbre alcanza los 5530 metros sobre el nivel del mar. (Crédito: Carlos Espinoza)

‘¿Alguna vez has puesto en riesgo tu vida en una excursión?’, le digo. ‘ La vida se puede perder en cualquier momento, pero sí he visto muchos accidentes por factores que a veces escapan a nosotros: una avalancha, una grieta que se abrió o no la viste. Afortunadamente, hasta ahora, las decisiones que he tomado han sido las correctas. En algunos casos he tenido que dar media vuelta cuando he estado cerca de una cumbre, porque vi que las condiciones no eran buenas para continuar’, cuenta.

Richard regresa al refugio y el resto del equipo continúa la expedición. A las ocho de la mañana, tomamos un descanso cerca de los cinco mil metros de altura. La mitad del equipo decide regresar y los más preparados siguen ascendiendo. Aunque no llegan a la cumbre, logran alcanzar el glaciar y disfrutar de la nieve del Ishinca.

Al regresar al refugio, Richard me cuenta sobre el crecimiento del montañismo durante los 25 años que lleva en este deporte: ‘El montañismo ha crecido en Perú, pero no tanto como debería, pese a que contamos con la cordillera tropical más alta del mundo. Aquí vienen montañistas de diferentes partes del mundo durante todo el año, pero no hay muchos peruanos’. Además, me hace conocer su preocupación por el cambio climático y el deshielo de la cordillera blanca: ‘Esta cordillera es una de las más afectadas del mundo por el cambio climático y se puede apreciar el retroceso del hielo que ha habido en los últimos diez años’.

Esa misma tarde regresamos a Huaraz, muy casados, pero cargados de experiencias memorables. ‘¿Has pensado a qué edad te retirarás del montañismo?’, le pregunto a Richard, que tiene 47 años. ‘ En este deporte no hay fecha de retiro como en el fútbol. Conozco a un montañista de 75 años que también piensa completar las 14 montañas más altas del mundo. Los proyectos continúan, hay que retarse a uno mismo, pero para eso también hay que entrenar tres a cuatro horas diarias’, dice.

De regreso a Lima, queda el fastidio de no haber alcanzado la cima del Ishinca. No se pudo subir a la cumbre, será para la próxima y, como dice Richard, ‘ no hay que desesperarse por llegar, la montaña siempre va a estar ahí ‘.

Equipo de deportistas que acompañó a Richard Hidalgo en la excursión a la montaña Ishinca (Crédito: Ian Ilbert Ralston)

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