En medio de una guerra que ha puesto fin al deporte, niños entrenan en un club de boxeo montado en un sótano de Alepo, Siria, y sueñan con representar a su país algún día en una competencia internacional.
70 niños de barrios en manos rebeldes en Alepo vienen regularmente a este club de boxeo, un oasis de normalidad en la guerra que desangra el país desde hace cinco años.
‘Vengo a entrenar porque sueño en convertirme en un campeón de boxeo desde que era un niño pequeño. Cuando abrió este centro comencé a venir aquí para poder hacer mi sueño realidad. En los últimos cuatro años no hemos tenido ninguna actividad deportiva, sólo destrucción y bombardeos’, dice Omar, miembro del club de boxeo de Chahba.
Desde que comenzó el conflicto en Siria en 2011, más de 260.000 personas han perdido la vida y millones fueron desplazadas.
Chaaban Kattan fundó el club hace seis meses y ahora ofrece lecciones gratuitas.
Este excampeón de boxeo que compitió con el equipo nacional sirio no pisa suelo en manos del gobierno desde hace cuatro años. Y es buscado por rehusarse a cumplir el servicio militar.
‘Por la guerra en Siria y particularmente en la provincia de Alepo, las actividades deportivas incluyendo el boxeo se detuvieron completamente. Abrimos el club para recuperar nuestro antiguo nivel y participar nuevamente en competencias árabes y asiáticas’, señala.
Casi una utopía mientras la guerra continúa.
Mientras tanto, viejos entusiastas del boxeo vienen de todo el país, incluyendo Raqqa y Homs, para participar en la competencias organizadas por el club.
“Vienen muchas personas al centro, de todas las edades. Estamos organizando entrenamientos para niños y algunos de ellos tienen lo que se precisa para ser campeones, y los mayores también’, señala Ahmad Mechallah, exboxeador sirio y cofundador del club Chahba.
A pesar de que el conflicto puso un freno total a la participación de Siria en competencias internacionales, Chaaban asegura que quisiera representar a su paìs en el exterior nuevamente. De momento, todo lo que puede hacer es recordar su gloria pasada. Y esperar a que la violencia se detenga para desempolvar sus guantes de boxeo una vez más.