POR ZOË MASSEY
Fotógrafa
@ZoePix
‘La escuela, tal como la conocemos hoy, existe hace menos de 200 años. Fue creada para satisfacer las necesidades de las sociedades recientemente industrializadas del siglo XIX. Se necesitaban trabajadores que supieran leer y escribir, sumar y restar, para trabajar en la producción en línea de diversas industrias nacientes. Hoy casi todos esos trabajos están automatizados y son realizados en buena parte por robots o computadoras. El mundo ha cambiado muchísimo en las últimas décadas y este siglo el ratio de cambio se ha acelerado a un punto en el que el conocimiento se vuelve obsoleto en meses, o semanas’.
Así empieza mi entrevista con Inés Kudó, psicóloga de la PUCP y máster en Políticas Educativas Internacionales en la Universidad de Harvard. Durante 10 años tuvo a su cargo el portafolio de educación del Banco Mundial y es fundadora de Tinkuy Marka Academy, un centro educativo de sistema totalmente alternativo. Aunque como ella misma dice, no es un colegio alternativo, es una alternativa al colegio.
He sido profesora en centros educativos tan distintos como uno con la metodología Waldorf y otro como el más privilegiado colegio privado de Lima, pasando por las clases que doy a chicos de escuelas públicas del distrito donde vivo. Y me queda claro que el abismo en el privilegio de estudiar no nos va a dejar avanzar juntos. Es por eso que propuestas como la de Tinkuy me llaman tanto la atención.
Conocí Tinkuy Marka y el sistema Acton Academy a través de un par de amigos que tienen allí a sus hijos. La búsqueda de una alternativa entre lo tradicional y el hoy cada vez más popular ‘homeschooling’ (escuela en casa), los trajo hasta aquí.
Es un espacio donde los niños están en aulas multiedad, pensadas en etapas de vida, no en años. Cada uno estudia un poco a su ritmo, pues la filosofía es promover la educación a la altura del potencial de cada estudiante. No todos aprenden igual y al mismo tiempo; se apoya que cada quien vaya a su ritmo combinando intelecto con emociones, mente, manos, saberes, necesidades y aspiraciones. Suena quizá un poco enredado, pero no lo es tanto. Es libre, sí; pero lleva un orden.
Personalmente, creo que un niño debe ser niño y no saltarse etapas de vida ni tener ese estrés gigante que implica cumplir metas casi instantáneas en un colegio. Que a los niños los hagan tener un horario casi de oficina, de 7:50 a.m. a 5 p.m. por las famosas actividades extracurriculares no los está formando como humanos, sino como autómatas del sistema.
Inés misma vio cómo la chispa desaparecía de los ojos de su hijo estando dentro de un aula tradicional. ¿Y qué hizo? Fundó Tinkuy.
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