‘Flores para Olive’, por Verónica Klingenberger

El reparto lo conforman también otros conocidos como Richard Jenkins, Zoe Kazan y Bill Murray.

POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger

Olive Kitteridge es una mujer peculiar. Desalmada cuando ningunea a su pequeño hijo en la mesa del comedor y displicente cuando acepta a regañadientes rescatar del basurero la tarjeta que le regaló su esposo solo para evitar más reclamos. Tampoco es una mujer de sonreír mucho ni se esfuerza lo mínimo indispensable en ese deporte agotador de las relaciones públicas: Olive es capaz de irse a dormir una siesta en la boda de su propio hijo solo para descansar un rato de tanto idiota.

Olive Kitteridge es también el título de la elegante adaptación televisiva que hizo HBO de la novela de Elizabeth Strout, libro ganó el Pulitzer hace una década. Frances McDormand (1) es quien la protagoniza y quien la hizo posible luego de quedar fascinada con su lectura y convocar a directora (Lisa Cholodenko, The Kids are Alright) y a guionista (Jane Anderson) y encargarse de la producción y del financiamiento. En el 2015, la serie se llevó ocho Emmys incluyendo el de mejor actriz y mejor miniserie. El reparto lo conforman también otros conocidos como Richard Jenkins, Zoe Kazan y Bill Murray.

Compuesta por cuatro capítulos de alrededor de una hora cada uno, Olive K empieza con la protagonista atravesando sola un frío paisaje de Nueva Inglaterra -toda la trama transcurre en un pueblo ficticio llamado Crosby, que se ubica en las afueras de Maine- para finalmente colocarse de rodillas sobre una manta y sacar una pistola en medio del campo. Es evidente que estamos frente a los últimos momentos en la vida de esa mujer, pero aún no sabemos nada de ella. Solo podemos descubrir su dolor en la notable interpretación de McDormand, quien consigue cohesionar en una sola mirada melancolía, amargura y temor ante todo lo que la rodea.

A partir de ese momento y sin saber qué es lo que decide, volvemos en el tiempo para conocer a Olive y sus motivos, y rendirnos ante su oscura luz. Es evidente que mi nueva cascarrabias favorita sufre de depresión (la serie en sí es un maravilloso acercamiento al temido mundo de la salud mental), enfermedad que heredó de su padre (quien se suicidó de un disparo) y que la enorgullece por considerarla una señal de inteligencia. Quizá por eso le repelen los códigos sociales y las etiquetas que de tanto repetirse e imponerse han perdido cualquier forma de verdad y han acabado con todo rezago de libertad. En cambio, la entusiasman las matemáticas (es profesora en la escuela) y la poesía (especialmente la de John Berryman porque está algo enamorada de un colega muy dado a la bebida y a la belleza que se comunica a través de sus versos), dos mundos que escogió como vocación y compañía. También le gustan la jardinería y las flores: enterrar las manos en la tierra de su jardín, removerla, deshacerse de la maleza y esperar a que la primavera ponga un poco de su parte.

Durante cuatro horas compartimos sus repetidas metidas de pata, sus arrebatos de ira y esa desazón de la que no puede sacudirse cuando se enfrenta a esa rutina y soledad de las que no logra escapar (¿qué se hace cuando uno odia estar solo pero detesta estar con gente?). Las flores son el necesario respiro, el reflejo de todo lo que aún se mantiene bello en este mundo a pesar de nosotros y la metáfora de ese necesario salvavidas. Y Olive es capaz de verlas donde otros no.

(1) Una de las pocas actrices en haber ganado la Triple Corona de la Actuación: Óscar a la mejor actriz por Fargo y por Three Billboards Outside Ebbing, Missouri; Premio Tony a la mejor actriz principal en una obra de teatro por la producción original de Broadway Good People (2011) y Primetime Emmy a la mejor actriz en una Miniserie o telefilme precisamente por Olive Kitteridge (2015)

p=. NOTAS RELACIONADAS

‘Dejarse ser’, por Verónica Klingenberger

‘La noche roja que vivimos en Liverpool’, por Verónica Klingenberger

‘Playas eternas’, por Verónica Klingenberger

‘Jaque mate’, por Verónica Klingenberger

‘El vuelo de Susana’, por Verónica Klingeberger

‘Recordando a Meg’, por Verónica Klingenberger

Lo Último