Moscú. Los ambiciosos planes del presidente de Rusia, Vladimir Putin, de situar la economía de su país entre las cinco mayores del mundo en los próximos años chocan con un panorama que en 2019 se presenta adverso, tanto por las sanciones occidentales como por la inestabilidad de los precios del crudo.
“Para convertirnos en la quinta economía del mundo tenemos que crecer a un ritmo anual del 3 %”, señaló Serguéi Drovbyshevski, director de Investigación Científica del Instituto de Economía Política Yegor Gaidar.
Para este año el Banco Central de Rusia calcula un avance del PIB ruso de entre el 1,5 % y el 2 %.
A su vez, el Instituto de Economía Política Yegor Gaidar prevé para 2019 que un crecimiento de entre un 1 % y 1,5 %.
En opinión de Drobyshevski, el año que se avecina será “bastante complejo” para Rusia, porque hay “muchos riesgos vinculados con las oscilaciones del precio del petróleo y la incertidumbre sobre las sanciones”.
Al mismo tiempo, el pequeño crecimiento que registrará el país “creará en la población una sensación de estancamiento y, lamentablemente, no habrá cambios positivos en la conducta de los consumidores”.
El economista considera que el objetivo de Putin es difícilmente alcanzable debido al estado de los mercados mundiales, la situación de la política internacional y el comportamiento de la economía global.
Pero Putin, tal y como ha reiterado en varias ocasiones la última vez el jueves en su rueda de prensa anual considera que es factible que Rusia “entre en otra liga” de economías.
“Creo que es completamente posible ocupar el quinto lugar” en el mundo, sostiene el mandatario ruso, quien apoya su optimismo en el hecho de que por primera vez en ocho años el país tiene superávit presupuestario, del 2,1 % del PIB.
Putin advirtió no obstante de la necesidad de acometer cambios estructurales en la economía, extremadamente dependiente de la exportación de hidrocarburos.
Y es que, según las previsiones, las ventas al exterior de gas y petróleo conformarán el próximo año el 41,3 % de la partida de ingresos de los presupuestos.
La disminución que se observa en los precios del crudo podría convertirse en tendencia en los próximos meses, con el consiguiente impacto en las finanzas rusas.
“La situación en los mercados mundiales del petróleo ha cambiado, y estos cambios seguirán acentuándose”, escribió en su blog el economista Ígor Nikoláev, al advertir de que los acuerdos de recorte de producción no influirán mayormente en la dinámica de los precios del crudo.
Este cambio de paradigma el experto lo atribuye a la “segunda ola” de la revolución del petróleo de esquisto, que llevó a Estados Unidos a convertirse en agosto pasado en el primer productor mundial de crudo.
Según Nikoláev, la extracción de petróleo no convencional será rentable con un precio de entre 40 y 50 dólares por barril.
Gazeta.ru, uno de los medios digitales más visitados y citados del país, considera también poco viable el objetivo marcado por Putin, al afirmar que “el pesimismo se extiende por las diversas ramas de la economía”.
De acuerdo con un reciente estudio de Alfa-Bank, la mayor entidad bancaria privada de Rusia, casi el 60 % de las pequeñas empresas están dispuestas a cambiar su campo de actividad y modelo de negocio debido al incremento del pesimismo frente las perspectivas de la situación económica y de la capacidad adquisitiva de la población.
Además, la mitad de las pequeñas empresas han registrado una disminución de sus beneficios y un tercio de ellas han perdido clientes.
El mandatario ha declarado que la economía del país se ha adaptado a las sanciones occidentales y que, independientemente de lo que haga Moscú, Occidente busca con estas restricciones quitarle terreno a Rusia como competidor.
“La primera conclusión es que Putin y las autoridades rusas, en general, no tienen la intención de hacer ni harán ningún esfuerzo significativo por reconciliarse con Occidente”, escribió Tatiana Stanovaya, experta del Centro Carnegie de Moscú.
En su opinión, el presidente ruso “claramente subestima el nivel de impacto de las sanciones en la economía del país”, que según algunos economistas han supuesto una merma de orden del 6 % del PIB desde que fueron impuestas en 2014.
Fuente: EFE