Por Zoë Massey
FOTÓGRAFA
Usualmente escribo de gente que trabaja en organizaciones, fundaciones, en pequeños o grandes proyectos que generan cambios en nuestra sociedad. Ya sea en el ámbito educativo, el de salud, el social, hacen cosas que espero contagien a los demás a sumarse. Porque soy una convencida de que juntos podemos lograrlo todo.
Así, he llegado a conocer en los últimos meses a personas increíbles, que sin buscar el bien individual, sino el común, simplemente toman cartas en el asunto, mueven contactos, toman acción y encuentran solución, o al menos un respiro para quien más lo necesita en ese momento. Y es así que he conocido a Claudia y Lili, cada una en su propio mundo, con proyectos personales, familia, chamba, luchas, pero que siempre tienen tiempo para juntar fuerzas y tejer una red de contención para abuelitos, niños, madres, jóvenes, inmigrantes en necesidad. Ellas no miran pasaportes ni colores de piel. No piensan en qué les traerá esto a cambio, solo actúan con toda la buena fe que puede mover montañas. Montañas de donaciones, montañas de mantas tejidas, montañas de víveres… Montañas de buena onda.
Claudia es una hiperactiva sonriente que no para. Su casa es el almacén de cuanta donación pueda hacer llegar a organizaciones en campaña social o a personas puntuales que buscan ayuda. Lili es una querendona linda que no para cuando le comentas sobre un casito que requiere un empujón. En dos segundos, ella logra que alguien responda y, listo, en camino la ayuda a su destino.
Creo yo que si no estamos en este planeta para darnos la mano, no tiene mucho sentido estar acá. Como comunidad es que logramos los cambios, no como seres individuales, independientes, que miramos solo hasta donde llega nuestra nariz, nuestro ombligo… o realidad.
Lili tiene ‘sin cuenta años’. ‘Jaja, ¿vale?’, me pregunta. Es una soñadora, idealista y emprendedora. ‘Me olvido de vender cuando veo que alguien toca mi puerta, apela a mi corazón y necesita ayuda’. Claudia es comunicadora de profesión. Trabaja como fotógrafa y se considera relacionista pública por naturaleza. 41 años, 16 de casada, dos hijos, uno de 13 y una de 10. ‘Mis dos mayores inspiraciones para querer y creer en un mundo mejor’.
Las menciono para que sepas tú, que quizás has pensado en ayudar pero crees no tener los medios, que todos tenemos herramientas para dar la mano, ya sea porque tienes una buena red de contactos, un auto para llevar o recoger cosas, un arte en las manos que pueda servir de apoyo, un oído. Todos podemos solo si queremos. Y ese es el fin de esta página, contagiar el que no solo hablemos de lo malo que pasa, sino que tomemos acción para solucionar, o al menos, dar la mano.
’Cuando uno ayuda no hay horario’
¿Qué es lo que te motiva a ser un puente de ayuda?
Lili: Siento que soy una bendecida y que debo retribuir todo lo que recibo de Dios. Como le digo, yo me encargo de tus asuntos y tú de los míos. ¡Es el socio perfecto!
Claudia: Tengo tantas cosas por las que estar agradecida: una familia maravillosa que me llena de amor. Gozamos de salud tanto mi esposo, yo, mis hijos, mi mamá. ¿Qué más puedo pedir? Lo menos que puedo hacer es ayudar en lo que está a mi alcance.
¿Por qué no formar una organización oficial?
Lili: Porque las necesidades de la gente son muchas. Las ONG no cubren a los pequeños, a los ancianos que andan por la calle, a los niños enfermos, a los inmigrantes, a todos los que encontramos a nuestro paso.
Claudia: Para formar una ONG o asociación creo que primero debes tener la experiencia de ayudar por vocación, ganar experiencia conociendo los problemas que tienen otras personas. Por ahora, con algunas amigas se ha formado el movimiento Pura Voluntad con quienes trabajamos en lo que va apareciendo día a día.
¿Cuántas horas a la semana le dedican a personas que ni conocen?
Lili: No sé, cuando uno ayuda no hay horario, solo disposición. Me escriben, me llaman y allí estoy ayudando con el corazón y todo lo que pueda. Por Facebook, en mi grupo (Barrio Emprendedor), Whatsapp (grupo de emprendedoras voluntarias) nos movilizamos apoyando, buscando lo que hace falta.
Claudia: No las he contabilizado; pero si le pregunto a mi familia, puede ser que ellos sí sepan, jajaja. A veces me reclaman. Y es que mi tiempo lo distribuyó entre mi trabajo, mi familia y la labor social que, debo decir, me ha conquistado.
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