“Monstruos y criadas” por Verónica Klingenberger

“La directora Reed Morado logra una pintura de colores primarios, fríos y muy brillantes”

POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger

Si lo que buscas es sano escape mental, entonces olvida de The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada), la nueva serie de Hulu y futura razón de tus pesadillas más retorcidas, sobre todo si eres mujer. La adaptación de Bruce Miller del clásico distópico de la escritora canadiense Margaret Atwood es magistral y aterradora en las mismas proporciones. El entusiasmo no es solo mío: el sitio web Rotten Tomatoes, que recopila y promedia la crítica estadounidense, le da un contundente 100%.

Cuando Atwood imaginó Gilead, nadie esperaba que casi 30 años después, Estados Unidos tendría un presidente que dice cosas como ‘la mejor parte de cualquier película es cuando hacen callar a las mujeres’ o ‘las mujeres son, en esencia, objetos estéticamente agradables’. Gilead, para ponernos en contexto, es una nueva nación liderada por extremistas religiosos blancos ultra católicos. En ese nuevo orden dictatorial, los gays son considerados ‘traidores a su género’ y su castigo es la pena de muerte (sus cuerpos son colgados en la vía pública como advertencia), mientras las mujeres, dependiendo de su fertilidad, solo tienen dos funciones a modo de esclavas: cocinar y limpiar, por un lado, procrear por el otro. El cambio llega de a pocos: primero se les prohíbe tener ahorros (se congelan y cancelan todas las cuentas y tarjetas de crédito), luego se les niega el derecho al trabajo y la propiedad, y finalmente pierden el control de su propio cuerpo al punto de que el mismo acto sexual es regulado por el Estado.

¿Qué detona ese nuevo califato occidental? La reducción de los índices de fertilidad. Lo que inquieta es que estos líderes no son yihadistas con turbante que gritan arengas en árabe. Son católicos blancos y adinerados que reparten lecciones de moral y son capaces de los crímenes más atroces sin levantar siquiera la voz. Qué sintomática resulta esa revelación sobre nuestros propios prejuicios.

Offred (la deslumbrante Elisabeth Moss) es la criada que le da voz al relato (con mucho del texto original de Atwood. Offred (Of Fred) es Defred (De Fred). Fred es el amo y señor de la casa en la que vive (o sobrevive) y el tipo que una vez al mes la viola en La Ceremonia, monstruoso ritual que le debe su nombre al marketing eclesiástico de los altos mandos. Como ella, todas las mujeres fértiles son despojadas de su nombre y rebautizadas como DeAlguien para resaltar su sentido de pertenencia y verdadero propósito en Gilead. Las otras mujeres se llaman todas Marta (las Martas) y cumplen funciones domésticas como cocinar y limpiar.

La cinematografía es un puntazo aparte. La directora Reed Morado logra una pintura de colores primarios, fríos y muy brillantes, en contraparte a un uso de la cámara más documental y real que utiliza para los flashbacks, para mostrar cómo era el mundo antes de la pesadilla. Pero su mejor arma es Moss, la mejor actriz del momento, a quien sigue tan de cerca que por momentos sentimos su olor, nos mudamos a su cabeza, y juramos compartir su pequeño dormitorio, cada noche, como si fuera esa mejor amiga con la que crecimos y de la que sabemos todo.

The Handmaid´s Tale, la serie que se llevará todos los premios este año, es aún más perturbadora porque todo lo que parece ciencia ficción distópica en realidad ya ocurrió en alguna parte del mundo. ¿Por qué no imaginarlo en ese país fundado por puritanos que es Estados Unidos? ¿Por qué no en la tierra de Cipriani, Rey, Tubino, Rosas? Pero como dice la inscripción en latín que descubre Defred en su armario: ‘nolite te bastardes carborundorum’. O sea, no dejes que los bastardos te aplasten.

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