PPK TV, por Verónica Klingeberger

“El reto más grande está en diferenciar la comunicación de la propaganda”.

POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger

Designated Survivor, Veep, The West Wing, House of Cards y Conversando con el Presidente. El entretenimiento tiene distintas caras, pero en todos esos casos es un presidente el protagonista. La diferencia, más allá de formatos y presupuestos, es que hay casos en los que funciona y otros en los que no. Y ¿realmente se puede pensar en televisión sin tomar en cuenta el entretenimiento? El rating no tiene compasión.

Conversando con el Presidente no es necesariamente una mala idea. Si bien Kuczynski es el primer presidente peruano que tiene un espacio propio en señal abierta, otros saben bien el gran poder de los medios de comunicación: ¿recuerdas a la dupla del showbiz, Fujimori- Montesinos?

Está comprobado que una buena comunicación puede ayudar a que los índices de aprobación suban o se mantengan arriba, incluso durante las peores crisis. PPK lo debe haber confirmado con los desastres ocasionados por el Niño Costero. La campaña de comunicación diseñada por el gobierno durante esos días fue efectiva. Es casi una obviedad: a todos nos gusta que nos mantengan informados. Y sobre todo de lo que sea que hagan con nuestra plata y para nuestro país.

Ahora, eso no quiere decir que vayamos a soplarnos a un presidente entrevistando a sus propios ministros. Menos aún cuando ese presidente es PPK y PPK habla como Herman Munster. A la mitad del ‘h o l a f u l a n a b i e n v e n i d a a m i p r o g r a m a’ todos nos hemos quedado secos, con excepción de algunos cuantos masoquistas o pasmados.

Por otro lado, entendemos el formato casi punk de Conversando con el Presidente: bajo presupuesto como statement. Sabemos que el enemigo está al acecho y no perderá la oportunidad de señalar la cantidad de soles gastados en cada capítulo. Pero la producción es pobre sobre todo en ideas. Para empezar, la lista de invitados, ¿en serio? Hasta el momento, PPK ha tenido como entrevistados a la ministra de Educación, Marilú Martens, y al ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne. ¿Qué riesgo puede haber en conversar con personas que te reportan diariamente? A eso súmale la locación: el primer capítulo se grabó en un colegio de Huancabamba, provincia piurana azotada por los desbordes de El Niño, y en lugar de al menos caminar por el centro educativo, ambos funcionarios permanecen como dos títeres disforzados hablando de retos y logros. Aunque la ministra Martens sea telegénica, ese programa piloto parecía haberse diseñado para estrellarse.

El programa presidencial no es algo nuevo. Franklin Delano Roosevelt empezó con sus Charlas junto a la Chimenea, por ejemplo, y en América Latina se ha convertido en una herramienta popular para varios gobiernos de derecha e izquierda, como los de Álvaro Uribe (Colombia), Felipe Calderón (México), Lula da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Néstor Kirchner y Cristina Fernández (Argentina). Pero el formato exige mucho criterio para conseguir popularidad. La selección de invitados debe ser variada y atractiva, el guion debe ser ágil y de nivel, y el lenguaje audiovisual debe apuntar a capturar y mantener la atención y el interés del espectador. También hay un trabajo de preparación del conductor y ahí sí que las cosas se complican un poco más.

Aún así, el reto más grande está en diferenciar la comunicación de la propaganda. PPK no debería desaprovechar ese segmento. Por el contrario, ya que el 50% está de acuerdo con que exista ese programa, él y su equipo deberían esforzarse por convertirlo en un espacio de verdadera información y entretenimiento para todos los peruanos.

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