Aguas de marzo, por Verónica Klingenberger

“La cantidad de agua dulce ha disminuido en 12% en toda la costa del país, donde vive más del 60% de la población peruana”.

POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger

Cuánto tiempo tiene que pasar para que los habitantes de un desierto le demos importancia y verdadero cuidado al agua. Sospecho que la lección de este Niño durará poco. Lo terrible es que la amenaza del agua es real, y a diferencia de lo que ha pasado ahora por El Niño, no dependerá de la turbidez ocasionada por huaicos y lluvias, sino por algo que dentro de muy pocos años será irreversible. Difícil olvidar la terrible impresión que dejó en el expremier israelí, Shimon Peres, el cuidado del agua en el Perú. De hecho, declaró que lo que más le llamó la atención en nuestro país era cómo se malgastaba el agua. Y miremos lo que pasó en Israel: de ser uno de los países con mayores problemas por sequía, hoy cuenta con más agua de la que necesita. ¿Cómo hizo? Gracias a campañas nacionales dirigidas a conservar y reutilizar los escasos recursos hídricos del país, pero sobre todo a través de la desalación del agua de mar.

Las cifras mundiales no son muy alentadoras. Solo para el 2025 se espera que la mitad de la población mundial tenga problemas de escasez de agua. En Lima, donde las lluvias anuales equivalen a una gota en un balde, las sequías y El Niño han sido siempre una amenaza para una ciudad que hoy tiene 10 millones de habitantes. Uno de cada tres peruanos vive en Lima y al menos 1,5 millones de limeños viven sin agua potable y dependen de los camiones cisterna y sus elevadas tarifas. La cantidad de agua dulce ha disminuido en 12% en toda la costa del país, donde vive más del 60% de la población peruana.

El cambio climático está originando un verdadero estrés hídrico debido al calentamiento global y a los desastres extremos originados por este (El Niño no tendría que ver necesariamente con ello, pero los eventos climáticos extremos son cada vez más intensos y frecuentes). Los páramos, humedales, las aguas subterráneas, el agua de lagos, manantiales y ríos están seriamente deteriorados por décadas de contaminación, debido sobre todo a las industrias y a la minería, aunque también a la basura de la que creemos deshacernos pero siempre regresa a nuestras narices con un mensaje cada vez más claro. La desglaciación y la pérdida de los páramos andinos a largo plazo son otro dolor de cabeza.

Recientemente, el Banco Mundial finalizó un estudio integral del Plan Maestro de los Sistemas de Agua Potable de Sedapal por US$2.700 millones que se extiende hasta el 2040. Entre las recomendaciones están la construcción de estaciones de bombeo, plantas de tratamiento de aguas y túneles, presas, inversiones ecológicas en cuencas hidrográficas y monitoreo de la calidad del agua con las principales mineras del país. Obviamente, también debe realizarse una seria e intensa campaña de concientización y educación ecológica. Ya vimos lo que son nuestros ríos.

Difícil olvidar ahora que una de las principales promesas de PPK fue que para el bicentenario no habrá un solo peruano sin acceso a agua potable y desagüe las 24 horas del día. Y una vez que todos los peruanos podamos contar con esos requisitos mínimos que garanticen la salud y desarrollo de todos, ¿qué haremos para cuidar el agua? ¿Cuánto hemos aprendido ahora?

La respuesta no debería tenerla únicamente el presidente, y aunque es una de las principales preocupaciones del Estado, la empresa privada y todos los peruanos debemos involucrarnos y empezar a comportarnos como adultos responsables si no queremos que en algunos años nuestra vida dependa de un cuentagotas.

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