Históricamente, la infertilidad ha sido vista como un asunto relacionado a la edad femenina. Sin embargo, en los últimos años, la ciencia está cambiando muchos paradigmas.
Recientes estudios advierten que el reloj biológico del varón también juega un papel fundamental en el éxito o fracaso de una concepción.
De hecho, se estima que la fecundidad masculina empieza a disminuir relativamente temprano, alrededor de los 25 años, 5 o 6 años antes que la mujer.
‘El bajón es inevitable, pero sucede de forma más lenta que en la mujer. Depende mucho del código genético. Hay hombres que a los 60 años pueden tener hijos, pero otros no’, indica el doctor Alvaro Ascenzo Aparicio, experto en fertilidad y director del Instituto de Ginecología y Fertilidad (IGF) Clínica Miraflores.
La metáfora de los nadadores que usa ilustra muy bien la importancia de la edad en este tema: ‘Yo soy un mejor nadador a los 20 años que a los 40. Eso mismo pasa con la fertilidad masculina. La calidad de los espermas baja con el tiempo. Por eso, los donantes de semen suelen ser chicos menores de 25 años’, explica el especialista.
Los estudios sobre fertilidad señalan que la edad ideal para ser papá está entre los 20 y 40 años. Después, la fertilidad masculina puede bajar en un 70% (y hasta en un 80% al pasar los 50 años). Ojo, eso no quiere decir que los hombres mayores de 50 años no puedan tener hijos (de hecho, muchos profesionales están eligiendo retrasar cada vez más la paternidad).
El problema radica en aspectos que van más allá de la fertilidad. Un hombre mayor puede seguir produciendo espermatozoides, pero con la edad crece el riesgo de que estos gametos sufran alteraciones y fragmentaciones de su ADN, algo que se asocia a las malformaciones en el embarazo.
‘Los hombres deben ser conscientes de que ellos también se ‘embarazan’, por eso deben preocuparse por estos aspectos, si es que desean tener hijos en un futuro’, replica Ascenzo Aparicio.
En general, la infertilidad masculina obedece a muchas causas. Con el tiempo, los gametos masculinos son más vulnerables a las toxinas, la contaminación, el calor y otros agresores.
Además, la gente está durmiendo cada vez menos, lo que empeora el panorama. Por ello, si una pareja lleva más de un año tratando de tener un hijo y no ha podido, lo ideal es que ambos acudan a un especialista para hacer una evaluación.