Los socorristas no descansan en Ecuador. Aunque cada vez es más difícil sacar a alguien con vida de los escombros que dejó el potente terremoto del pasado sábado.
“Una vida que salvemos es lo máximo que podemos hacer como rescatistas, pero cuando no, nosotros, el mismo grupo nos reunimos: ‘muchachos moral, que vamos a sacar a las personas que fallecieron porque sus familias las están aquí esperando», dice Ricardo Méndez, jefe de equipo de rescatistas colombiano.
Una tarea que no es fácil.
“Le cuento, cuando tú encuentras un niño, lo más triste que puede haber en la historia, a uno se le van las lágrimas al entregar a un niño’.
El último balance de la fiscalía, difundido el miércoles, estima que solo en la provincia de Manabí, en el oeste del país y epicentro del terremoto, 525 personas murieron.
Un balance que las autoridades advierten seguirá subiendo, ya que los desaparecidos son más de 1.700.
Y los heridos se cuentan por miles.
‘Mis dos papás fallecieron, yo estoy aquí como estoy y mi hermana está en cuidados intensivos’, cuenta Pedro Hasias, herido durante el terremoto.
En medio del desastre, la ayuda internacional sigue arribando.
Carpas, agua potable y productos de primera necesidad se suman a los miles de brigadistas y médicos enviados por 20 países para asistir al país en el peor sismo en 40 años.