El tema resurgió en el antejuicio de los cinco acusados de los atentados, quienes en su calidad de musulmanes indicaron al juez durante una audiencia el martes que consideraban inapropiado ser escoltados por guardias femeninas.
En enero pasado, el juez del caso, el coronel James Pohl, había excluido a las mujeres de escoltar a los detenidos hacia y desde la corte, lo cual fue condenado en una videoconferencia este miércoles por el excomandante del campo 7, donde permanecen los presos más peligrosos.
“Realmente destruyó la moral durante mucho tiempo”, afirmó el mayor de la Guardia Nacional de Colorado, no identificado.
“Tengo soldados (…) que renunciarán del ejército por esto, y eso es vergonzoso para nuestras fuerzas armadas”, añadió quien dirigió instalación desde diciembre de 2014 hasta agosto pasado.
En la audiencia del martes, la única testigo que declaró, una teniente que comandó el campo 7 de Guantánamo, explicó que se vio obligada a utilizar personal femenino después de asumir funciones en marzo de 2014 para cumplir las necesarias rotaciones de personal.
El debate planteó una nueva demora al juicio, uno de los más largos en la historia estadounidense y que se mueve lentamente debido a numerosas acciones de la defensa y las acusaciones de mala conducta del gobierno, además de dificultades logísticas para manejar el centro de detención desde Estados Unidos.
Entre los acusados, figura el pakistaní Khaled Cheikh Mohammed (KSM), quien públicamente admitió ser el principal organizador de los atentados, su sobrino Ammar al-Baluchi, los yemenís Walid Ben Attach y Ramzi ben al-Chaiba, y el saudita Moustapha al-Houssaoui.
Más de 14 años después de los atentados que dejaron cerca de 3.000 muertos en Nueva York, el Pentágono y Pensilvania, el proceso judicial contra los cinco acusados sigue sumido en una novela interminable.
Las reglas de la prisión militar de Guantánamo prohíben a los guardias vigilar las duchas de los detenidos o hacer revisiones corporales, y las autoridades también han atendido varias demandas de los presos, entre ellos el suministro de comida halal, respetando el tiempo de plegarias y de no tocar el Corán.