El Kremlin anunció que el decreto impone la suspensión de los vuelos chárter entre Rusia y Turquía, la prohibición de emplear trabajadores turcos en empresas rusas y el restablecimiento de visas entre ambos países.
Estas medidas tocan el sector del turismo, un ámbito en el que ambos países tienen muchos intercambios. El gobierno ruso planea tomar medidas como aumentar los controles a las líneas aéreas turcas, por “razones de seguridad”.
Turquía ya había emitido este sábado una recomendación a sus ciudadanos de aplazar todo viaje no urgente a Rusia, como muestra de la creciente tensión entre ambos países después de que un avión militar ruso fuera derribado por la aviación turca en la frontera siria esta semana.
El aparato formaba parte de la intervención rusa desplegada en Siria desde el 30 de septiembre para asistir el gobierno en su lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Este llamado fue realizado debido a las “dificultades que están teniendo los ciudadanos turcos que viajan o residen” en Rusia y estará en vigor “hasta que la situación se aclare”, indicó el ministerio de Relaciones Exteriores turco.
A su vez, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo, también este sábado, estar “triste” por el derribo del avión militar ruso.
“Hubiéramos preferido que esto no ocurriera, pero ocurrió”, declaró el jefe de Estado durante un discurso en Burhaniye (oeste).
El presidente turco reiteró asimismo su deseo de reunirse cara a cara con Vladimir Putin el lunes en París, al margen de la cumbre internacional sobre el clima.
“No dejemos que ese problema degenere hasta el punto en que nuestras relaciones queden totalmente destruidas”, dijo Erdogan. “La cumbre (sobre el clima) podría ser una oportunidad para restablecer nuestras relaciones”, añadió.
En una entrevista a la cadena de televisión France 24, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó como “lamentable” este incidente entre dos miembros esenciales de la coalición que lucha contra el EI” y pidió a ambos países que bajen la tensión.
Quema de efigies de Erdogan
Rusia había anunciado el viernes que pediría nuevamente visado a los turcos a partir del 1 de enero. Este anuncio se produjo un día después de que Moscú lanzara un llamado a todos los rusos presentes en Turquía a regresar a su país, debido a “la actual amenaza terrorista” en dicho país.
“No se trata de venganza, (…) la amenaza es real”, advirtió el canciller ruso Sergei Lavrov, poco después de que acusara a Ankara de haber “cruzado la línea de lo que es inaceptable” al abatir el martes un cazabombardero ruso Su-24 cerca de la frontera siria.
El aparato regresaba de una misión de combate en el noroeste de Siria. Turquía afirma que el bombardero entró en su espacio aéreo y que recibió “diez advertencias en cinco minutos”. Sin embargo, Moscú asegura que sobrevolaba territorio sirio y que no recibió ninguna advertencia antes de ser abatido.
Rusia ya había anunciado el jueves que preparaba represalias económicas después de este incidente aéreo, el más grave entre los dos países desde el comienzo de la intervención rusa en Siria.
Putin, cuyo gobierno asiste al régimen sirio de Bashar al Asad, dijo que el derribo de la nave era “una puñalada por la espalda” de Ankara y había advertido que iba a tener consecuencias “serias”.
Rusia denuncia, tras la caída del avión, que Turquía tiene vínculos con el grupo yihadista.
En tanto en Rusia subía la tensión y varios partidarios del grupo Rodina, una formación nacionalista fundada por el viceprimer ministro Dmitri Rogozin dejaron un ataúd con una efigie del presidente turco ante la embajada de Ankara. En Crimea un grupo de jóvenes quemó un muñeco que representaba a Erdogan.