En el ombligo (OPINIÓN)

Hermoso, barato y un lugar perfecto para recargar energías, así es Cusco, una ciudad que, sin embargo, enfrenta un problema creciente

ZOË MASSEY

Regreso al Cusco después de cuatro años en busca de descanso, silencio y aire puro. De queso, pan, choclos de granos dulces y gigantes. De cielo azul, nubes que parece que se pueden tocar y olor a madera.

Vengo buscando recargar energías y ver qué se trae esta ciudad para ofrecer. La sorpresa es grande, y no todo es bueno, lamentablemente. Como estamos en temporada baja no hay millones de turistas, lo que es bueno para nosotros (no tanto para los comerciantes, claro). Entonces se puede caminar sin estar apretado, comer algún menú sin hacer cola, hasta tomar un tour e ir sentado cómodamente. Todo esto si has logrado sortear a los cientos de ambulantes, jaladores de restaurantes, masajistas y, de yapa, paqueteros.

He caminado por calles que no conocía, disfrutado de sentarme en miradores y sentir el granizo, oír solo pajaritos de fondo y comer pan con queso en el mercado, en el parque, en la casa y en una feria. A pesar de todo, aún se puede comer un buen menú barato en pleno centro de la ciudad. Por 15 soles una sopa a elección, plato de fondo peruano (trucha, cuy o alpaca), italiano (pastas, lasaña, pizza), mexicano (encuentras en tantos lados que ya parece comida típica local), una bebida caliente o fría, copita de vino o pisco sour y pan al ajo de cortesía. Mientras más te alejas del centro, más barato el menú.

Cafés hay por todos lados y hasta lo que voy probando, todos buenos y a mitad de precio de la cadena ya conocida. Fui a ver la exposición del capo y querido Rudolph Castro en la sala de exposiciones del Qorikancha, emocionada, porque es importante que no solo los artistas del interior del país expongan en Lima, sino que los de Lima lo hagamos fuera de nuestra zona segura también.

La sorpresa fue que la entrada costaba 10 soles; con pena no entré. Pienso que poner esos precios limita la visita al público extranjero, olvidando al local. Una pena.

Es hermoso el Cusco, sin embargo, hay un pero preocupante. He tenido la suerte de venir varias veces y nunca antes vi tanta basura por todos lados. Es impresionante y vergonzoso. Botellas, bolsas, restos de comida. Esta ciudad es la meca del tecnopor, lo encuentras en esquinas, en parques y en jardines de juegos para niños.

No hay tachos, y aunque no es excusa, queda claro que el sistema de limpieza de la ciudad no se da abasto para el crecimiento que ha tenido, tanto de gente local como de turistas. Ni digo cómo está el río que atraviesa la ciudad, que da ganas de llorar. Un irónico cartel de luces en la Avenida de la Cultura reza: ‘Los cusqueños no botamos basura. Lo ves entre el humo negro de cientos de buses, taxis y vehículos particulares. Humo negro que no te permite respirar ese delicioso aroma a horno a leña que antes invadía la ciudad.

Me duele ver a este hermoso lugar así, ¿de qué sirve generar tantos ingresos en turismo si no se va a reinvertir el dinero en mantener o mejorar la ciudad, no solo para el turista de paso sino para el propio cusqueño?

Ven al Cusco. Si buscas con tiempo, encuentras pasajes superbaratos, hospedajes hay para todo bolsillo y, por favor, no te quedes mudo ante el problema de la contaminación. Exijamos respeto para uno de los lugares históricos más importantes del mundo.

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