Por Karen Espejo
En los últimos años, con organización y tecnología, Sao Paulo ha logrado mitigar el caos que generan a diario sus 8 millones de autos, asegura Tadeu Leite, director de Planeamiento de la Compañía de Ingeniería del Tráfico de esta megaciudad brasileña.
Este especialista ha venido a Lima, por invitación de la Fundación Transitemos, para compartir su experiencia con funcionarios de las municipalidades de Lima, San Borja, Miraflores, San Isidro, Surco y La Molina. A partir de este encuentro, se evalúa la firma de un convenio de cooperación para encontrar soluciones al tránsito entre autoridades de Lima y Sao Paulo. Publimetro conversó con Leite.
¿Qué similitudes hay en la problemática del caos vehicular de nuestras ciudades?
Lima se encuentra hoy exactamente igual a lo que era Sao Paulo en 1974, que 40 años atrás estaba totalmente congestionada. Yo salía de estudiar en esa época a las 11 p.m. y llegaba a mi casa a la 1 a.m. producto de ese colapso. Hoy, todavía hay congestión vehicular, eso es inevitable, pero gracias a todas las medidas que se aplicaron, las personas pierden cuatro horas semanales menos en el tráfico, tiempo que ahora pueden aprovechar con sus familias.
¿Qué medidas se aplicaron?
En 1976 se decidió crear una autoridad única del tránsito, que gestione el tráfico y el transporte de toda la ciudad. Los primeros 20 años fueron para organizarnos, capacitarnos, trabajar en la red semafórica y la geometría vial. Y en los últimos 15 años se tomaron medidas concretas, como la reducción de la velocidad obligatoria (primero a 70 km/h y recientemente a 50 km/h), para que la fluidez del tránsito sea constante. Esto fue acompañado de un cambio de mentalidad: ya no se hacen planes en función del auto, sino de la persona. Así, cuando la gente sintió que la ciudad era más segura, se animó a usar más la bicicleta, se redujo la tasa de accidentes de tránsito en 40% y pasamos de 1.500 muertes anuales en las pistas a un promedio de 500.
También implementaron semáforos inteligentes e interconectados…
Sí, inicialmente teníamos 370 semáforos inteligentes (con sensores para medir el flujo vehicular y cambiar de rojo a verde según esa data). Hoy contamos con seis mil semáforos en Sao Paulo conectados a una sola central de control. Dos mil de ellos son inteligentes y el resto está programado constantemente por técnicos que van midiendo los flujos y cambian la programación según las necesidades que surjan en las calles.
El año pasado, la Policía de Tránsito publicó un mapa de los 75 puntos críticos de Lima en horas punta, ¿qué hacer con esas zonas ya identificadas?
Los puntos críticos se generan justamente por falta de coordinación y sincronización. Es importante observarlos, pero más importante es ver de dónde viene esa congestión. Eso se puede conocer y solucionar, por ejemplo, con un centro de control de la red semafórica.
En Lima, los policías suelen ser destinados a esos puntos críticos para dirigir el tránsito e intentar darle mayor fluidez…
Eso es un error. Los puntos críticos son una consecuencia del problema, no el origen. La policía debería ser destinada más bien al origen del problema, pero no para dirigir el tránsito en las calles, sino para fiscalizar. En Sao Paulo, ningún policía dirige el tránsito porque esa es una labor de la red de semáforos.
¿Es costoso implementar medidas de ese tipo?
No es barato. Por eso es importante que los municipios generen recursos propios para esa autoridad única del tránsito. Nosotros recaudamos US$40 millones al año para esa autoridad a través de parqueos y una política de cobro de beneficios a los llamados ‘polos generadores de tráfico’, todo evento o predio nuevo que vaya a impactar negativamente en el tráfico.
¿Cuánto demoraría replicar las soluciones de Sao Paulo en Lima?
La ventaja de Lima es que ya cuenta con técnicos, con infraestructura vial y con un parque automotor todavía bajo (1,5 millones de vehículos). Entonces es el momento preciso para actuar. Solo falta trazar la estrategia y la organización. Calculo que en unos cinco años ya se podrían tener resultados.