KAREN ESPEJO
Permanecer más de media hora en el cruce de las avenidas Paseo de la República y Carnaval y Moreyra, en San Isidro, podría generar estrés, agresividad, alteraciones del sueño, problemas en la respiración y hasta subirnos la presión arterial. ¿El motivo? Su alto nivel de contaminación sonora, que proviene principalmente de los autos, buses y combis.
‘En una ciudad como Lima, estamos expuestos sobre todo al uso excesivo del claxon y al volumen alto de la música en el transporte público. Una exposición continua a estos ruidos puede generar una serie de daños psicológicos y físicos. El más severo es la sordera’, revela Yliana Rojas, coordinadora nacional de la Estrategia Sanitaria de Seguridad Vial del Ministerio de Salud.
Esta pérdida de audición es progresiva y no presenta síntomas previos. ‘Solo un zumbido, la sensación de pesadez o de un taponamiento auditivo podrían ser las únicas señales. Pero muchas veces la persona no se da cuenta hasta que empieza a hablar más alto de lo normal’, detalla. Este riesgo se multiplica a lo largo de la capital. El 2013, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) monitoreó 250 zonas de Lima Metropolitana y halló que en más del 80% se superaban los Estándares Nacionales de Calidad Ambiental para Ruido (ver recuadro).
Según este, los límites máximos permisibles para zonas comerciales como las avenidas Primavera (Surco), República de Panamá (Surquillo) y La Marina (San Miguel) no deberían pasar los 70 decibeles en la mañana ni los 60 en la noche. Sin embargo, los ruidos en estos lugares se disparan por encima de los 80 decibeles.
‘El ruido se ha integrado a la ciudad. Desde que un niño nace en la capital está expuesto a los efectos de la contaminación sonora’, dice Giuliana Becerra, directora de Evaluación de la OEFA.
A partir de la próxima semana, esta institución medirá nuevamente el nivel de ruido de las 250 zonas que se estudiaron anteriormente para comparar si esta problemática ha empeorado. Luego se replicará la iniciativa en los puntos críticos de las principales ciudades del país.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado al ruido del tráfico como una amenaza para la salud pública. Sin embargo, según registros de la OEFA, solo cuatro municipios limeños han tomado medidas para luchar contra esta situación. Únicamente en San Isidro, Miraflores, San Borja y el Cercado de Lima se imponen multas que bordean los S/.154 contra el uso indebido del claxon.
Según el Código de Tránsito, las bocinas de los autos sirven para evitar situaciones de peligro, y no deben ser activadas para captar pasajeros, manifestar molestia, o apurar la marcha de otros vehículos, tal como se acostumbra en nuestras pistas.
PUNTOS CRÍTICOS 1. San Juan de Lurigancho: Cruce de Malecón Checa con Próceres. Allí, la OEFA ubicó el nivel más alto de ruido ambiental con 96,4 decibeles.
2. Pueblo Libre: En la intersección de las avenidas Universitaria y La Marina, se registraron 89,2 decibeles.
3. Surco: El de la Av. Primavera con la Panamericana Sur es uno de los cruces más ruidosos con 81,8 decibeles.
4. El Agustino: La Av. Riva Agüero, a la altura del municipio del distrito, registra niveles altos de 81,6 decibeles.
5. San Juan de Miraflores: La zona más crítica se ubica en Los Héroes con San Juan. Se registraron 80,8 decibeles.