El primer ministro conservador David Cameron gobernará un segundo mandato tras lograr la mayoría absoluta en unas elecciones que confirmaron la pujanza de los nacionalistas escoceses y provocaron la dimisión de tres líderes.
Los conservadores alcanzaron el listón de la mitad de diputados más uno (326) cuando todavía no había acabado el escrutinio y podrán gobernar en solitario, a diferencia de la anterior legislatura en que formaron coalición con los demoliberales.
“Creo sinceramente que estamos en camino de hacer algo especial en este país”, dijo Cameron en un discurso ante Downing Street tras recibir el encargo de la reina de formar gobierno.
“Vamos a hacer el referéndum sobre la Unión Europea que prometimos”, insistió, asegurando que quiere lograr que el país “sea un lugar donde la buena vida esté al alcance de todos los que quieren trabajar y hacer las cosas bien”.
Cameron fue al palacio de Buckingham para una audiencia con Isabel II que duró poco más de media hora.
UNA VICTORIA QUE NADIE PRONOSTICÓ La holgada victoria conservadora no había sido pronosticada por ningún sondeo y significa un segundo mandato consecutivo para los conservadores por primera vez desde 1990.
Cameron, que tiene ahora 48 años, ya fue en 2010 el primer ministro más joven en 200 años al acabar con 13 años de gobiernos laboristas bajo la era Tony Blair.
Los otros grandes triunfadores de la jornada fueron los nacionalistas escoceses del SNP (Partido Nacional Escocés), que lograron 56 de los 59 diputados en juego en Escocia y contribuyeron al descalabro de los laboristas de Ed Miliband, quien renunció al liderazgo del todavía principal partido de la oposición.
El país “necesita un Partido Laborista fuerte. Es hora de que otra persona asuma el liderazgo del partido”, dijo Miliband, precisando que Harriet Harman asumirá la dirección hasta la elección de un nuevo líder.
También dimitieron Nick Clegg, el líder del Partido Liberal Demócrata, que pasó de 56 diputados a 8, y Nigel Farage, el dirigente del antieuropeo Ukip que no logró el escaño que ambicionaba ni su sueño de agitar el Parlamento.