Desde esta sala de operaciones en las afueras de la ciudad de Washington se controla uno de los instrumentos científicos más impresionantes jamás desarrollados. Los operadores dirigen aquí el telescopio espacial Hubble en su misión de escudriñar las profundidades del Universo.
Lanzado el 24 de abril de 1990 a bordo de la nave espacial Discovery, el Hubble orbita la tierra a una altitud de 600 kilómetros.
El telescopio es tan poderoso que actúa como una máquina del tiempo. La luz que ve viene de tan lejos que le lleva millones de años llegar a la Tierra, lo que supone que los científicos ven el universo no mucho después del Big Bang. Esto ha permitido realizar grandes avances en astronomía y crear imágenes espectaculares.
“Hubble ha cambiado la forma en que los humanos miran el universo y nuestro lugar en él. Nos muestra que el universo ha cambiado con el tiempo, que las estrellas son primordiales en la producción de elementos esenciales que necesitamos para la vida, para los planetas, para nuestro bienestar’, señala Jennifer Wiseman, científica de proyecto Hubble.
Las observaciones del Hubble han confirmado la existencia de los agujeros negros y ayudó a demostrar que la expansión del universo se acelera, un hallazgo con el que dos astrónomos estadounidenses ganaron el Premio Nobel.
Aunque el Hubble está actualmente en buenas condiciones, su sucesor ya ha sido construido aquí en Meryland.
Se trata de un proyecto conjunto entre Estados Unidos, Europa y Canadá.
El telescopio James Webb detectará principalmente rayos infrarrojos en lugar de luz invisible, y ubicará objetos hasta 100 veces menos luminosos que los que puede ver el Hubble.
“Lo que hará el James Webb en el campo de la astrofísica es observar las primeras galaxias que se formaron en el universo. Con esta nueva capacidad infrarroja también puede observar esas oscuras nubes donde nacen las estrellas, y los estudios demuestran que las estrellas y los sistemas planetarios se forman y evolucionan en nubes oscuras’, señala Mark Clampin, científico del proyecto telescopio James Webb.
Su lanzamiento está programado para 2018, y la precisión será clave. A diferencia del Hubble, que ha sido reparado varias veces en órbita, el James Webb estará ubicado a 1.5 de kilómetros de la Tierra, demasiado lejos para misiones de reparación.
Además de ir más allá en lo que podemos observar sobre el Big Bang, el nuevo telescopio también podrá darnos claves sobre si existe vida en algún lugar del universo.
“El Webb observará la atmósfera de exoplanetas buscando indicios biológicos, y rastreará el medio interestelar buscando componentes orgánicos que generan vida’, señala Matt Greenhouse, científico del proyecto telescopio James Webb.
Después de 25 años observando el Universo para nosotros, el Hubble llega ya al final de su carrera.
Pero los ojos de la humanidad en el espacio todavía seguirán haciendo su labor, al menos hasta que su sucesor esté listo en 2018.