En este denso matorral existen unas pequeñas flores amarillas. Apenas son visibles entre las hojas, pero su aroma es embriagador.
Estamos en un campo de ylang ylang, un árbol tropical de las islas Comoras que contiene un ingrediente vital para los perfumes más conocidos del mundo.
Ibrahim Bacar heredó esta parcela de ocho hectáreas de su padre y trabaja cosechando y recolectando las flores todo el año.
Esta es su principal fuente de ingresos. Pero encontrar manos que hagan el trabajo es duro.
“Es difícil porque el rendimiento es pequeño. Cuando explico el trabajo para los jóvenes, piensan que estoy loco porque trabajamos tan duro para producir tan poco. Pero cuando se tiene más de una o dos hectáreas, se necesita ayuda’, señala Bacar.
El ylang ylang florece con facilidad, pero requiere un mantenimiento constante. Sin una poda constante, el tronco crece demasiado alto y los agricultores no podrán tomar la flor.
Una vez recolectadas, las flores se venden y se cocinan durante horas en este tanque para extraer los valiosos aceites esenciales.
Pero sólo las primeras gotas son de suficiente calidad para perfumes como Chanel No 5, el más vendido en el mundo.
El resto se exporta para su uso en cosméticos y jabón.
“Se combina bien con jazmín y es complementario. Se utiliza mucho en perfumes florales, en los que es el producto de base en el ramo. Yo mismo lo usé en ‘Sublime’, para Patou, que creé en 1992 y que todavía existe’, señala Jean Kerleo, fundador del archivo aroma Osmoteca en Versalles.
Comoras es el mayor productor del mundo de ylang ylang, muy por delante de otras islas del Océano Índico, como Madagascar.
Sin embargo, un kilogramo de flores de Ibrahim, se vende por un dólar.
‘Produciendo 200 kilos de flores, debería ser el mismo precio de una vaca, 1.600 dólares, y no sólo 200. Sé que hacen mucho con los aceites, pero no tengo otra opción. Tomo lo que me dan. Veremos si eso cambia algún día”, agrega Bacar.
Ibrahim está ahorrando para invertir en una destilería propia.
El ylang ylang todavía tiene futuro. Mientras que otros aceites esenciales están amenazados por la subida de los productos sintéticos, los aromas de esta flor son, por el momento, difíciles de reproducir artificialmente.