En Argentina la multitudinaria marcha que llevó a miles de personas a protestar por la muerte de un fiscal ha sido vista por muchos como un termómetro político en año electoral.
‘Tuvo que ver con el reclamo de verdad, tuvo que ver con el reclamo de justicia, pero creo que fue desbordada. El caso Nisman, lo que hizo fue producir una catarsis de una situación de malestar que estaba ya presente en un sector muy importante de la población argentina vinculado con la falta de justicia, la falta de transparencia, que tiene que ver con otros ámbitos de la vida política, no necesariamente con la muerte de Nisman’, señala la analista política Graciela Romer.
La muerte del fiscal que acusó a la presidenta Cristina Kirchner de encubrir a exfuncionarios iraníes por un atentado antisemita en 1994 y la masiva marcha del miércoles golpean a la mandataria al final de su gobierno pero con una dudosa capitalización política para la oposición.
‘La oposición sale fortalecida potencialmente. Todo va a depender de la capacidad que tengan al nivel de su estrategias de campaña, de generar algún tipo de respuesta, mejor dicho, o propuesta a lo que vimos como demanda ayer en la Plaza de Mayo’, añade Romer.
Como una expresión más de la polarización política que vive Argentina, la policía comunal de Buenos Aires, a cargo de un alcalde opositor contó 400.000 personas en la marcha, mientras que la policía federal, que responde al Gobierno nacional, la estimó en menos de 50.000 personas.